Re: Probando cosas nuevas [Vetz]

[Vetz]

El encuentro había acabado, pero el ladrón tenía en claro, desde un principio aquel fue su pensamiento, las cosas no acabarían así de fácil, ni por el camino diplomático y tampoco por el que tuvieron que tomar, no se sabría cuándo, pero seguramente no los dejarían en paz, ni a ellos ni al hombre al que ayudaron a escapar, pero eso no le preocupaba, o al menos no al punto de quitarle el sueño, pues no era la primera vez que se metía en problemas, y tampoco sería la última. El joven sonrió cuando la soldado le dijo que no cantara victoria, al parecer los dos pensaban igual.

Fue entonces cuando los guardias del pueblo hicieron acto de presencia, era comprensible la velocidad con la que actuaron, después de todo, en comparación con Solde, Ashal era un pueblo bastante más pequeño, el daguero decidió dejar todo en manos de la pelirroja, después de todo ella se desempeñaba como soldado, fue entonces cuando supo que esta tenía el rango de teniente, lo cual mostraba indicios de la razón por la cual era tan hábil, aun en esa situación el de ojos granate seguía disfrutando de los nuevos descubrimientos.

Sin embargo la actitud de aquella mujer que decía tener a la joven Abagnale bajo su jurisdicción, no fue del completo agrado del joven de cabellos negros, si bien podría tener razón, sobre todo considerando lo que realmente sucedía, detestaba a aquellos que veían a los demás como alguien inferior, incluso si su rango le daba la autoridad para hacerlo, pues muchas veces esos supuestamente inferiores podrían demostrar mucho más que aquellos que estaban arriba.

Vetz compendia de cierto modo la posición de la soldado, lo hacía sobre todo porque ya había combatido a su lado, y a través de ello, parte de los ideales de las personas podrían verse reflejados, por esa razón se quedó callado, aun cuando habían muchas cosas que podría decir, hasta que finalmente aquellos se marcharon, en ese instante el ambiente cambió por completo, la gente a su alrededor volvió a su normal actuar, susurrando algunas cosas entre ellos e incluso algunos secreteando los unos con los otros.

Por lo que logró escuchar comprendió la situación, miró el rostro de la dama y supo que ella también lo hacía, era la mejor forma de remediar con lo que había sucedido y prepararse para lo que estaba por suceder, puesto a que como todo mafioso, no se quedaría tranquilo hasta eliminar a aquellos obstáculos que se ponían en su camino. Eso estaba claro.

Caminó hacia la soldado para poner su mano sobre el hombro de ella – has hecho lo correcto – musitó, se había olvidado por completo de aquel pago, o para ser más exactos ya era algo que no importaba, pues aquello que les había envuelto escribía nuevas páginas en una historia que aún tenía mucho por contar – buen trabajo teniente Abagnale – expresó con una sonrisa en su rostro.

[Amalia Abagnale]

Las palabras del muchacho de cabellos oscuros tenían razón, pero no bastaba solamente con solo tener razón, no podía actuar por mi propia cuenta, yo no luchaba sola, pertenecía a una institución y debía regirme por sus normas. Posó su mano en mi hombro.

- Espero que te quede claro que debes andarte con cuidado, al parecer este lugar no es lo que aparenta ser. Espero que te vayas lo más pronto posible de este Ashal, al menos tienes opción. – Él la tenía, yo no. Debía tener cautela durante mi estadía en este lugar, pues aún quedaba aquel sujeto del restorán, no es que fuera vengativa, pero si lo viera le daría una golpiza. Realmente sonaba bien, pero era imposible de realizar, me expulsarían. Llevé mi mano a la suya para quitarla de mi hombro y tratar de alejarme de ese lugar. – Espero que te quede claro que soy teniente y que mi labor es perseguir gente como tú. – dije, dando a entender que sabía a lo que se dedicaba, pues su forma de luchar y sus armas lo delataban de alguna manera. – Pero ahora estoy de civil, dime Amalia. – comencé a caminar en dirección al bar. – Te invito un trago. – Le invité mientras me alejaba.

No volteé para ver si venía o no, yo necesitaba uno y si él quería venir estaría bien al igual si se reusaba, no era que necesitara compañía, pero siempre es bueno compartir un trago, pues sabe mejor. El mundo en el que vivía era una ilusión, todo estaba distorsionado, los más ricos tenían poder sobre las instituciones que protegían a Cetus, lo sabía, pero debía seguir adelante, por él.

[Vetz]

Era hasta el momento la primera vez que ambos intercambiaban tantas palabras de forma tan seguida, pues anteriormente siempre hubo algo que cortaba la conversación, pero justo en esta ocasión ambos se disponían a responder lo que el otro le decía, así lo hizo ella, comentándole sobre la realidad del lugar, y que aún el ladrón podría irse y así lo haría él – el mundo en sí no es lo que aparenta ser, todos ocultamos algo, lo haces tú, lo hago yo, eso es una gran realidad de la cual jamás podremos escapar – expresó mientras veía como su mano era retirada del hombro de la fémina.

Luego de esto la soldado dejó en claro su posición, así como el hecho de que sabía del oficio del ladrón, este no pudo evitar reírse, le parecía bastante gracioso aquel hecho, mientras que se volvía más interesante aquella mujer – podría permitir que me persiguieras toda la vida si así lo quisieras, pero para tu fortuna en mi estilo solo quedan rastros de aquello que pudiste detectar – expresó – este oficio es algo que no pretendo utilizar a menos que sea necesario – añadió para luego escuchar el nombre de aquella pelirroja que con su presentación le decía que de momento no debía preocuparse.

Vio como ella comenzaba a caminar incluso antes de que él se presentara, posiblemente seria el hasta luego debido a su mensaje, pues estaba seguro de que sus caminos se volverían a encontrar, pero fue entonces cuando nuevamente escuchó aquella voz de la soldado que se alejaba, el daguero estiró un poco su cuerpo y luego se dispuso a seguirle el paso a la dama. Había bebido solo una vez, y aquel momento significó lo que parece seguirle desde que abandonó el bosque de Macalania, problemas.

Sin embargo aquel hecho no le importaba, solo buscaba pasarla bien, crear experiencias que escribieran las páginas de su nueva historia, de su historia, debido a que su pasado era realmente inexistente para él, llegó hasta donde ella se encontraba y se presentó – linda forma de llamarte Amalia, mi nombre es Vetz – dijo mientras caminaban hacia aquel bar.

[Amalia Abagnale]

El chico me había seguido y se presentó cuando habíamos llegado al bar. Miré hacia todas partes para cerciorarme que no estuviese el mafioso y sus matones, el área estaba libre. Miré al cantinero mientras me sentaba en la barra, éste vio que ahora venía acompañada y me sirvió lo mismo que hace un rato, pero ahora con un vaso extra. Mientras me lo entregaba se acercó a nosotros y nos murmuro unas palabras.

- Si no desean tener más problemas, es mejor que se vayan del pueblo, a Milenco no se le olvidan las cosas y los rostros, en especial de los que los dejan en ridículo. Nunca antes había repelido a sus matones por lo que debe está muy enfadado. – dejó de hablar y se retiró, miré a Vetz y llené su vaso.
- Salud por eso. – Yo no podía retirarme del pueblo, pero Vetz sí, aun cuando fueran cosas que pasan, el arriesgar su vida ya era algo completamente distinto. – Dime Vetz, ¿Cuándo es completamente necesario ser lo que eres? Soy un soldado y no entiendo mucho lo que dijiste. Como dicen las malas lenguas, somos algo cuadrados. – Le di un sorbo a mi vaso.

Realmente no entendía como podría ocupar su “talento” solo cuando debía, un ladrón era un ladrón para, aunque no siendo específicamente uno. Mi padre por ejemplo, era un famoso y reconocido mercader y era un ladrón. El solo hecho de recordarlo me revolvía el estómago, hace mucho no sabía de él o de mi madre y tampoco es que hicieran mucho para que recordara de buena manera, jamás lo haría después de lo que me hicieron y lo de lo que le hicieron  mi hermana.

[Vetz]

En el lugar no había rastros ni de aquel mafioso ni de su grupo de matones, el ambiente se encontraba mucho más tranquilo, o al menos así se veía en ese momento, sin embargo, el cantinero al servirles aquella botella decidió darles un consejo que no era la primera vez que el daguero lo escuchaba, que huyeran de aquel lugar si querían evitar problemas, él ya no podía hacer nada, su vida estaba llena de problemas, y de cierto modo no le disgustaba aquel hecho.

– Salud – musitó en respuesta a la dama mientras ambos chocaban sus vasos, se bebió aquel trago de un golpe y sin pensarlo, luego ella le preguntó sobre aquello que el de ojos granate había mencionado, sobre los momentos en los que él consideraba hacer uso de su oficio, el arte de ser un ladrón – existen quienes utilizan sus vínculos para aprovecharse de otros, pisotearlos e incluso destruir sus vidas por el simple provecho propio – mencionó el joven – son ese tipo de sujetos con quienes veo necesario utilizarlo, y no para beneficio propio en realidad – agregó.

Su ética era algo torcida, eso estaba más que claro, estaba muy lejos de ser una especie de héroe, sin embargo, su lucha era por aquello que consideraba correcto, y ese hecho chocaba claramente con parte del ordenamiento que tenía la sociedad, era por ese hecho que ahora no podía detenerse, que no podría huir cuando se enfrentaban a una de esas personas que tanto odiaba, el líder de un grupo de mafiosos.

[Amalia Abagnale]

Él había explicado lo que yo le había preguntado, algo había entendido. Tomé otro sorbo de mi bebida para volver a hablarle sobre el tema, solo esperaba que no se colocara incomodo, pues no era una persona muy sutil.

- ¿Entonces eres una especie de héroe? ¿Les robas a los ricos para dárselo a los pobres? – bromeé. Le serví otro poco de bebida a mi compañero. – Conozco a ese tipo de gente que mencionas, más de lo que crees. Digamos que crecí en ese tipo de ambiente. – dije mientras rellenaba mi vaso. – Cualquiera que sea lo que te motive a hacer aquello es tu problema, mientras no te cruces conmigo vistiendo mi armadura, pues no soy tan comprensiva con ella puesta. Si no lo soy como estoy, ni hablar cuando cumplo con mi rol. – Volví a bromear, pero era cierto.

Me lo estaba pasando bien con aquel chico, si bien no era mucho de salir o hablar con extraños, después de lo que pasó en el mercado, era algo que podía permitirme y permitirle.

- Dime, Vetz ¿Qué te trae a Ashal? ¿Vienes por trabajo o simplemente vienes como turista? – había acabado mi vaso nuevamente y me serví un vaso más. – Quizás si aún tienes tiempo, durante mis días libres podamos hacer algo, atrapar bandidos o entrenar. – suspiré. – Lo sé, soy de lo más aburrida que hay, siempre pienso en trabajo y esto de venir a beber con alguien a un bar es lo más loco que he hecho en este último tiempo. – levanté mi vaso apuntándolo hacia él para luego beberlo.

[Vetz]

Se rió casi a carcajadas del comentario de la fémina, sentía que era una broma y como eso lo tomó – te equivocas, no soy tan bueno como para entrar en ese catalogó – bromeó, aunque era la realidad, si bien sus acciones eran guiadas por sus ideales, estos no siempre podrían ser vistos como algo puro, puesto a que su visión del mundo de cierto modo era un tanto diferente, algo completamente propio.

La dama le sirvió otro trago y nuevamente este se lo bebió de golpe mientras escuchaba lo que ella decía – interesante, tiene mucho sentido que te hayas puesto del lado de la justicia – expresó tras conocer aquel pequeño fragmento de la vida de la soldado, esta poco a poco le iba mostrando colores de su esencia, y era una de las mayores razones por las cuales le agradaba su compañía.

Después de haber rellenado su vaso, la soldado volvió a tocar el tema de sus oficios, diciendo lo que parecía una gran verdad en forma de broma, sin embargo aquel chico con el que hablaba tenía una forma un poco torcida de ver las cosas – si eso me permite conocer más de ti, no me importaría ser perseguido – bromeó, aunque era cierto, basaba su nueva vida en aquel hecho, el descubrimiento de aquello que estaba más allá de sus ojos, en las nuevas experiencias y la posibilidad de conocer a personajes interesantes, saber más y más sobre ellos.

Era un momento bastante entretenido para él, en su historia se seguían escribiendo páginas con un mundo de cosas diferentes y con personas diferentes, entre las cuales algunas resaltaban, y la teniente era una de esas. Fue entonces cuando la dama preguntó sobre su razón para ir hasta aquel pueblo desértico, la respuesta podría ser decepcionante para ella, pero no había ninguna en específico, tal como en ese momento se encontraba en Ashal, pudo haber sido en otro lugar – pues veras, he decidido escribir las nuevas páginas de mi historia, ya que mi pasado está completamente en blanco – contestó.

Luego de que la fémina se sirviera su trago, el de ojos granate se dispuso a servir uno para él también, seguía escuchándola, estaba interesado en aquella plática que tenían, fue entonces cuando esta le hizo una oferta, poco antes de decir que supuestamente era una persona aburrida, y que aquello que estaba haciendo de irse a beber, era una de las cosas más locas que había hecho recientemente, el joven levantó su vaso hacia ella – por las locuras que aún nos quedan por vivir – y nuevamente se lo bebió de un solo golpe, pronto le comenzaría a afectar si continuaba así, pero realmente no le importaba – con respecto a lo que acabas de decir – hizo una pequeña pausa – tengo todo el tiempo que tu desees, sin embargo – volvió a detenerse y la miró seriamente – no estoy de acuerdo con que seas una persona aburrida, si lo fueras no estaría acá – culminó.

[Amalia Abagnale]

No tenía ninguna particularidad para estar en Ashal, su historia pasada estaba en blanco y comenzó otra vez, eso era bueno, empezar de cero sin recordar nada. Yo también empecé de cero ya hace mucho, pero la diferencia es que detrás de mi hay una historia la cual no se puede olvidar y pesa. Volví rellenar los vasos y propuse un brindis.

- Por los comienzos. – quise saber sobre el tema, así que volví a preguntar. – entonces, ¿Ashal es tu punto de inicio o tu nueva odisea ya ha comenzado? – bebí de mi vaso. – pues si deseas conocerme más aun a costa de perseguirte por siempre, no creo que sea una buena manera de empezar desde cero. –  reí para luego derramar mi bebida sobre mi falda. –Maldición, sé que no estoy lo suficientemente ebria como para haber hecho esta idiotez. – Me levanté y me sacudí el vestido. Nuevamente me senté y llené el vaso derramado. – No estoy ebria. – dije mientras miraba a mi compañero. Pude notar que la botella estaba casi vacía, así que llamé al cantinero y pedí otra. – Me causas leve grado de envidia, Vetz. Puedes ir donde quieras sin preocupaciones y hacer casi lo que se te plazca, aun cuando yo elegí este camino no me encuentro conforme, porque no es realmente lo que quería, pero todos tienen un pasado y el mío me llevó a esto. – No entendía el porqué de explicarle semejantes cosas, no soy de esas personas, ya no más, lo dejé a un lado hace mucho. Tomé el último vaso al seco para dejarlo en la barra y levantarme del lugar. – Quédate con la botella. – dejé los Guiles encima de la barra. – Creo que fue suficiente para mí, me retiro. – Caminé hasta la salida sin antes tropezar con una silla y chocar a una camarera, estaba mareada, necesitaba aire y dejar de estar pensando en mi pasado, pues a mi mente se me venía solamente una persona, la persona por la que estaba aquí y ahora, viviendo una vida que no era mía para mantener vivo su recuerdo en mí y no olvidar jamás. Ya estaba atardeciendo, la gente comenzaba a encender las antorchar para alumbrar el pueblo, había luna nueva como aquella noche, todo era oscuridad. - ¡MIERDA! – caí al suelo de rodillas derrotada, odiaba el hecho de haber tocado el tema, el beber, el encontrarme con Vetz, odiaba todo. Las copas habían hecho estragos en mí.

[Vetz]

Vio cómo su vaso era rellenado de nueva cuenta por la soldado, quien después propuso un brindis – por los comienzos – expresó el joven chocando su vaso con el de ella para volver a tomárselo de golpe mientras escuchaba la pregunta de la fémina, la cual decidió contestar – desperté hace algunos días en el Bosque de Macalania, no puedo decirte con certeza cuanto tiempo ha pasado, la verdad no le he prestado atención – expresó el joven – podría decirse que desde ahí todo comenzó, sin recuerdo alguno pero ante la posibilidad de explorar un mundo totalmente nuevo para mí, pues al desconocer tantas cosas, todo es una nueva experiencia – expresó.

Luego la dama volvió a tocar el tema que ya habían hablado, mencionándole que ser perseguido por ella no sería una buena forma de iniciar, pero luego de decir aquella frase se rió un poco y derramó parte de su bebida en la falda, el daguero no pudo evitar reírse, de cierto modo a él ya le comenzaban a afectar los tragos – me gustan las personas interesantes, y desde mi perspectiva tú lo eres – expresó – por lo que ser perseguido por alguien así, solo haría que esa historia sea incluso más entretenida – agregó.

Fue aún más graciosa la actitud que tomaba y el cómo decía que no estaba ebria, al de ojos granate jamás le importo si lo estaba o no, ni siquiera le importaba el hecho de que él estaba cerca de estarlo y quizá por completo, a él solo le importaba que se estaba divirtiendo con aquella teniente pelirroja que había conocido por hechos fortuitos, aun cuando él creía que eran sus acciones las que forjaban su camino.

Sin embargo después de pedir aquella segunda botella, la dama tocó un punto bastante serio, parte de lo que decía era bastante cierto, sobre todo lo que se refería al ladrón, pero cuando habló sobre el camino de ella, el ladrón se sentía un poco extraño, como si algo estuviera mal ahí, pero para cuando se había dado cuenta ella ya se había levantado y se disponía a irse del lugar, la soldado dijo que se quedara con la botella y dejó los guiles de pago encima de la barra, el ladrón los tomó y puso una bolsa que venía de su propio bolsillo, él fue quien se encargó de aquel pago – la dejaré guardada, en algún momento cualquiera de los dos vendrá de nuevo – musitó al tabernero antes de levantarse para retirarse.

Pudo observar como la teniente tropezaba, sentía que estaba mal, y de cierto modo él también lo estaba, solo que en su caso no importaba, pero seguramente en ella, por su posición, era diferente, no quería que fuese mal vista y tuviera problemas, era extraño para él pensar así, pero lo hacía. Salió detrás de ella y fue presenciando como se desarrollaba el anochecer en el desierto, era alucinante ver aquellas antorchas siendo encendidas, lo contempló por un momento, pero continuó solo buscándola a ella, queriendo ayudarla, escuchó aquella palabra y llegó hasta ella, se encontraba agotado, y eso hacía que el alcohol que tenía en su cuerpo se sintiera aún más, pero estaba ahí extendiendo su mano para tratar de darle fuerzas – sin importar las difíciles pruebas que hayamos enfrentado, debemos seguir adelante – expresó para ella.

[Amalia Abagnale]

Cuando levanté la vista ahí estaba el chico que había dejado atrás en el bar, me miraba justo de la manera que no quería que lo hiciese, diciéndome justo las cosas que no quería escuchar. Sabía que no era su culpa, pero todo lo desagradable en mí el alcohol lo había hecho aflorar.

- No me interesa tu consuelo, ni las palabras de aliento. Yo no debería estar aquí, por mis actos la gente que amo  - no tuve el valor de seguir hablando. Me levanté como pude, dejando su mano estirada. Solo quería ir a dormir y fingir que nada había pasado. – es mejor que te alejes de mí. – Como pude salí de allí, pero todo me daba vueltas, así que caminé hasta en oasis y me senté bajo una de sus palmeras, solo deseaba que los malestares pasaran luego.

Siempre su pe que era dura para decir las cosas, pero realmente nunca he sido buena para expresarme y el chico solo estaba ayudándome, pero no quería ayuda de nadie. Aun así debía disculparme con él. Intente levantarme para ir con él, pero mi vista era borrosa y no podía localizarlo a mi alrededor.

De una cosa estaba segura y esa era que nunca más volvería a beber alcohol, solo hizo salir lo peor de mí, era mucho más desagradable de lo que solía ser.

[Vetz]

Sus palabras y sus actos mostraban el orgullo de una soldado que había decidido forjar su camino por cuenta propia, sin importar las razones por las cuales haya sido, el joven inmediatamente supo que equivocó sus palabras al intentar animarla, pues probablemente no era lo que ella necesitaba aun cuando parecía ser así, sin embargo su interés por ella no decrecía, era terco, bastante, sobre todo en ese momento en el que el alcohol había invadido su cuerpo.

Decidió seguirla, pero esta vez iba un poco más lento, el mareo se hacía notorio y no sabía cómo combatirlo, aquellas palabras sobre alejarse de ella no lograban más que el hecho de que él quisiera mantenerse cerca, era extraño, pero así era él. Cuando llegó hasta el lugar donde se encontraba el oasis, pudo verla de nuevo, intentó correr pero su estado le llevó al suelo, para su fortuna sus manos seguían siendo agiles como para apoyarse antes de que pudiera impactar de lleno.

Se levantó como puso sin importarle aquellos que le habían mirado, su mente no pensaba racionalmente como solía suceder con quienes se pasaban de copas, solo tenía una idea en la cabeza y seguía ahí por ella, no dejar a Amalia sola, ya ni pensaba en el porqué, solo lo hacía, era el efecto causado por el alcohol que aun su mente desconocía, debía ser un momento interesante para aquel que quería aprender sobre todo en ese mundo a través de experiencias, pero no sabía si ese sería el caso.

Dio una última carrera para llegar hacia ella, posarse frente a la dama, se acomodó para quedar a la misma altura que ella, estaba agotado y obviamente mareado, eso cualquiera lo podría notar – Amalia – expresó, y aquellas fueron sus palabras antes de caer, en esta ocasión de manera definitiva, su cuerpo había perdido ante el alcohol.

[Amalia Abagnale]

Traté de buscarlo con la miraba, pero pude verlo solamente cuando ya estaba lo suficientemente cerca. Caminaba con dificultad hacia mí, tambaleándose, ambos estábamos bajo los estragos de aquellas copas de alcohol. El chico cayó frente a mí, inconsciente, su cuerpo había cedido, pude escuchar dificultosamente mi nombre y yo como pude, formule un vago susurro.

- Lo siento. – También había sucumbido ante el líquido.

Cuando desperté, el sol se encontraba en su punto más alto, dando en mi cabeza. Veía la gente pasar y una que otra me observaba. Mi cabeza retumbaba y sentía mucha sed. Me acerqué como pude al oasis para beber algo de agua, a mi lado un chocobo también lo hacía. Apenas recordaba lo que había pasado anoche, más que beber unas copas acompañada de aquel chico, el siguiente recuerdo era de mí en el suelo gritando y como me hundía en mis pensamientos.

Mojé mi rostro, mi cuello y parte de mi cabello para luego amarrarlo con una coleta. Me levanté como pude para sacudir la arena de mi vestido sucio. Mi estómago rugía y la fatiga no dudaría en llegar. No sabía que había ocurrido con aquel chico, pero lo mejor era que se quedase lejos de mí. Me voltee para marcharme y así evitarlo si es que se encontraba allí. Debía llegar al cuartel para bañarme y cambiarme esta prenda arruinada.

[Vetz]

La incandescencia del sol provocó del despertar del daguero, quien pudo observar en aquel momento que la dama continuaba dormida, cargaba con una terrible jaqueca, ante la cual no sabía combatir, simplemente bebió un poco de agua del oasis, y fue cuando un sujeto se le acercó – las sopas del restaurante son excelentes para personas en tu estado – se trataba de un mercader que presencio el suceso ante los matones del mafioso, el cual simplemente le tomó algo de aprecio a aquellos dos jóvenes que hicieron frente a quien muchos le temían, sentía respeto y al mismo tiempo lastima por ellos.

Al de ojos granate le pareció una excelente idea, una sopa de aquella ave podría ser de ayuda, y además, recordó el primer encuentro entre él y la teniente, y el hecho de como esta no pudo disfrutar de su plato en aquel restaurante, bebió un poco más de agua y se dispuso a ir, incluso con su dolor de cabeza – muchas gracias – contestó al mercader, ahora sabía que podría hacer, como podría ayudarla así fuese con un pequeño detalle.

Cuando comenzó a emprender su camino hacia el restaurante con una sola cosa en mente, la cual era comprar dos deliciosas sopas, una para él y otra para la pelirroja, el ladrón fue nuevamente emboscado por un nuevo grupo de matones de aquel mafioso, y entre todos ellos, andaba un rostro conocido, el desgraciado que los había delatado – al parecer no eres tan valiente cuando estas solo – expresó aquel bajo ser, quien al parecer estaba conduciendo al grupo.

El daguero sacó su navaja, eran muchos más que antes, el doble en cantidad, y ahora estaba solo, pues no quería molestarla, no quería causarle más problemas a ella, su cabeza aun daba vueltas pero debía defenderse, confiaba en sus capacidades, aunque esa confianza terminaría condenándolo – vengan por mí – expresó mientras se ponía en posición de combate. Su postura era errónea, y eso reflejaba el fuerte dolor de cabeza que tenía, no podía coordinar correctamente y ese hecho era más que notorio.

[Amalia Abagnale]

Me dirigía hacia el cuartel cuando un hombre que se encontraba en el oasis llamó mi atención, lo ignoré y seguí mi camino, fue ahí cuando me dirigió la palabra. Quizás quería hablar de algo en particular, quería ignorarlo pues mi dolor de cabeza era fuerte, pero lo escuché como lo hacía la mayor parte del tiempo en Solde Ruetha.

- Disculpa, jovencita. – Me voltee para mirarlo.
- ¿Sí? –
- Si buscas al joven que te acompañaba, se dirigió al restauran en busca de sopa, al parecer los tragos estuvieron muy bueno anoche. – Dijo y mostró una mueca maliciosa en su rostro. No me agradaba nada en la manera que lo había dicho.
- Gracias por la información. – dije mientras me dirigía nuevamente rumbo al cuartel.

Aquel hombre me había dejado muy mala espina y tenía un presentimiento horrible. Agilicé el pasó y entré al cuartel para luego dirigirme a las barracas, me coloqué mi armadura y salí con ella, mi espada y mi escudo rumbo hacia el restauran.

Si estaba allí comprando o comiendo algo lo ignoraría y regresaría al cuartel, pero si estaba en problemas debía ayudarlo, era lo menos que podía hacer después de como lo había tratado la noche anterior.

Antes de llegar al restauran había un grupo de hombres peleando, no podía distinguir a Vetz entre ellos hasta que ya estaba lo suficientemente cerca. Eran 6 hombres en total peleando contra él. Me abalancé contra ellos anteponiendo mi escudo y empujándolos entre ellos, así tendría algo de tiempo, luego desenfundé mi espada para atacar, pero el dolor en mi cabeza molestaba mucho y más mientras buscaba con la mirada a Vetz. Uno de ellos se abalanzó sobre mi haciéndome perder el equilibrio, mientras me hacía a un lado agité mi espada para que diera en donde fuese y así lo hizo, mi arma había cortado el brazo de mi agresor. Recuperé el equilibrio y me posiciones en forma defensiva hasta llegar donde el muchacho de ojos carmesí y poder darle tiempo de respirar. Ahora que me encontraba con mi equipo de batalla me sentía segura y si bien la vez anterior solo fueron moretones las marcas que había dejado en los cuerpos de sus compañeros, ahora sería sangre la que esparciría. Miré a los 6 hombres detenidamente y entre ellos estaba el maldito que nos había delatado y metido en todo este lio.

- ¿Te encuentras bien? – le pregunté al chico detrás de mí.

[Vetz]

Entre errores menores y algunos aciertos se fue dando el inicio de aquella batalla en la que el ladrón de ojos granate tenía todas las de perder, sus movimientos estaban algo torpes debido a su estado en ese momento, pero para su fortuna aún era capaz de eludir los golpes más críticos, y asestar algunos cortes, aunque estos no poseían la precisión con la que normalmente contaba el daguero, se regañaba a si mismo por el resultado que estaba obteniendo, sentía que su derrota seria clara, pero no pretendía rendirse ni huir, pues la posibilidad de que fueran por la soldado estaba aún presente.

No tenía idea de que todo se había tratado de una trampa, a la que cayó en el instante en el que decidió seguir a la pelirroja hacia el oasis, en aquel momento sus sentidos ya habían perdido la claridad que habitualmente tenían y no pudo notar que estaba siendo seguido, nunca se arrepintió de aquel momento que fue a beber con la dama, sin embargo internamente seguía castigándose a sí mismo por sus errores, eran nuevos dolorosos aprendizajes, de los cuales solo esperaba poder salir.

Su rostros, hombros, torso e incluso piernas continuaban siendo golpeados, comenzando a presentar moretones y a hacer que el dolor fuese cada vez más insoportable, aun así seguía, pero no había logrado más que herir realmente a uno solo de aquel grupo de seis, y aquel herido no era precisamente a quien buscaba exterminar, el sujeto que los delató y que ahora había llevado a los atacantes hasta el de ojos granate.

Se agotaba cada vez más, estaba a punto de ceder, cuando nuevamente apareció esa presencia que para él había sido grata, ella se encontraba bien, y ahora portaba sus implementos de batalla. Los movimientos de la fémina le permitieron al ladrón recuperar un poco el aire e intentar estabilizarse – es bueno verte – tomó solo un poco de tiempo, no podía darse lujos de tardarse, no ante aquello a lo que enfrentaban, el daguero volvió al ataque.

Sin embargo no sabía que su pesadilla estaba por comenzar, pues justo cuando sus movimientos volvían a ser fluidos a pesar de estar llenos de dolores producto de la acumulación de los golpes, y sus ataques eran efectivos, generando cortadas considerables en dos de ellos, sintió como un martillazo impactaba en la parte trasera de su cabeza, dejándolo completamente paralizado y derrotado.

[Amalia Abagnale]

Vetz se alegró de verme, pero no había tiempo para ellos, su vida y la mía estaban en peligro y debíamos salvarlas. Mi condición hacia que no me sintiera bien, me estaba cansando mucho más rápido y mis golpes eran torpes, pero aun así lograban dar en los objetivos.

Uno de ellos se abalanzó sobre mí y me cubrí con mi escudo, me desequilibré por un segundo, el cual fue suficiente para que este me llevase al suelo, traté de levantarme del suelo, pero el sujeto me tomo de uno de mis pies y me arrastró, logré darle con mi espada haciendo que me soltase, cuando voltee mi vista a Vetz, uno de ellos le propino un golpe con su arma en la cabeza dejándolo noqueado en el suelo. Me levanté a prisa para ir detrás de él, pero fue en ese momento en que ataron de la misma manera que a él. Caí al suelo y vista era nublada, quería llegar a él, pero no podía. Tomé firmemente mi arma y escudo pero todo fue oscuridad.

Cuando desperté, me encontraba colgando desde mis muñecas, la cabeza y el lugar de impacto me dolían, todo estaba oscuro, no veía al chico por ninguna parte y empecé a llamarlo. Si al principio murmuraba ya con el pasar de los segundos mi voz recuperaba fuerzas.

- Vetz, Vetz, ¿estás ahí? ¿Puedes oírme? -

[Vetz]

La reinante oscuridad se mezclaba con la calurosa humedad justo donde se encontraba, las manos del ladrón se encontraban levantadas, unidas por unas ataduras que las aprisionaban, intentaba soltarse, pero en primera instancia era casi imposible, el de ojos granate aun sentía el dolor del martillazo, era una sensación intensa, como si aquel impacto resonara en su cabeza, todavía se sentía entumecido, aunque el efecto paralizante se había ido, no sabía cuánto tiempo había pasado, si fueron horas, o incluso días.

Comenzó a sentir la realidad ante la cual estaba expuesta su cuerpo, se encontraba totalmente repleto de aceite, bajo un estado de óleo, fue en ese instante cuando intentó llamar a la fémina, su voz no salía, y justo cuando sintió que podría lograrlo, fue ella quien le había llamado - ¿Amalia? – preguntó, aun sabiendo la respuesta, aquella voz era inconfundible - ¿estás bien? – continuaba preocupado por ella, el saber que estaba ahí no era del todo bueno, podría estar en las mismas condiciones que él o incluso peor, ni siquiera era capaz de saber que les habían hecho.

Todo parecía indicar que planeaban quemar aquel lugar con los dos jóvenes adentro, era parte de la venganza del jefe mafioso, más no podían saber si aquellos eran sus planes finales, pues quienes se entrometían en los planes de la mafia siempre enfrentaban destinos totalmente aterradores, no estaba solo, la teniente está ahí con él, no sabía si considerarlo fortuna o infortunio, pero ahora debían pensar en cómo librarse de sus ataduras, salir de ahí y recuperar sus armas, eso y claramente eliminar el óleo de sus cuerpos.

[Amalia Abagnale]

Vetz había respondido mi llamado, pero aun así no sabia en donde se encontraba. Entre más regresaba en mi, podía sentir un olor algo molesto, pero tolerable. No podía identificar bien aquel olor. El lugar estaba fresco, por lo que deduje que podíamos estar dentro de la montaña al costado de Ashal, pues esta tenia cientos de cuevas y aquellos bandidos debían tener su escondite en una de ellas.

- Sí, estoy bien. ¿Tú cómo estás? - mientras seguía buscándolo con la miraba. Mis ojos ya se habían acostumbrado al cuarto sin luz, pero aun así no de distinguía nada. - ¿Sabes que olor es aquello?

Traté de zafarme de mis amarras, pero no podía. Comencé a balancearme hacia adelante y luego para atrás para poder saber si estaba cerca de alguna pared, esta estaba en mi espalda y por mi armadura el golpe sonó levemente fuerte.

- Vetz, ¿también estás colgando? - trataba de mover mis muñecas para poder soltarme de mis amarras, en lo que un fuerte golpe se sintió, como si algo se hubiese caído. desde uno de mis costados comenzó a verse algo de luz y también sentirse pasos y murmullos.

Al parecer nuestros captores habían llegado, ahora sabríamos que es lo que querían con exactitud y que clase de acto cobarde realizarían.

- Debiste haberme hecho caso y huido con aquel hombre, no estarías en esta situación ahora. - dije en voz baja a Vetz, esperando que este me escuchara. - Solo espero poder salir de esto y que te marches de este lugar.

[Vetz]

Escuchó sus palabras, ella estaba bien y aquel hecho tranquilizaba al joven ladrón, quien seguía sin tener idea de donde se encontraban – estoy bien, no tienes de que preocuparte – realmente no estaba tan bien como mencionaba, su cuerpo se encontraba muy golpeado, y conforme a recuperaba la leve movilidad que le permitía tener el estar atado, podía sentir como una parte de su cuerpo, específicamente el costado derecho de su abdomen se encontraba sangrando, lo cual de momento prefería no revelar.

Mordía sus labios para soportar el dolor y fue justo en ese instante en el cual se dio cuenta de aquello que producía ese olor que la soldado preguntaba – es óleo – musitó mientras escupía tratando de quitarse el sabor de la boca, sus cuerpos estaban cubiertos por aquella sustancia, de la cual deberían deshacerse si no querían morir claramente rostizados, pues el uso del óleo era tan clásico que era fácil deducir los planes de aquellos sujetos.

Sus intentos por zafarse de inicio eran en vano, sin embargo entre mayor “movilidad” lograba recuperar, más podía darse cuenta de las cosas – sí, pero saldremos de esta – musitó el de ojos granates mientras pegaba sus piernas de la pared, usando la poca fuerza que le quedaba para impulsarse, vio que aún tenía una oportunidad, pero justo entonces aquellos pasos se hicieron escuchar. Al lugar iba uno de los sujetos, probablemente aquel que provocó tal herida en el cuerpo del daguero, quien no quería imaginarse la posibilidad de que le hubieran hecho daño a la dama, por un momento, sus intenciones de asesinar a alguien brotaron, pero para su fortuna, la teniente no podía ver ese hecho.

Escuchó las palabras de la fémina y estas hicieron que se calmara un poco, aunque fue más por el hecho de que buscaba hacerle entender que se equivocaba si pensando que el exponerse por los demás era el camino correcto – te equivocas si piensas que te dejaré cargar con todo esto sola – musitó el joven, expresando claramente su posición sobre la situación en la cual se encontraban.

Finalmente un pequeño destello de luz se hizo presente, puesto a que dos sujetos habían ingresado al lugar con antorchas, lo cual confirmaba aquello que al ladrón le pasó por la mente, tenían claras intenciones de torturarlos y quemarlos vivos utilizando el óleo como sustancia que aumentara las quemaduras que ambos sufrirían, normalmente sería una situación en la que cualquiera estaría aterrorizado, pero tanto el ladrón como la soldado debían estar serenos si querían aprovechar esa pequeña luz como vía de escape.

Los sujetos comenzaban a acercarse, y el de ojos granate pudo aprovechar la luminosidad de las antorchas para observar el grave error que habían cometido, en sus cinturas se encontraban las armas de aquel par que se encontraba atado – aún tenemos una comida pendiente – musitó el joven despistando un poco a los sujetos, pero esperando que la dama entendiera a lo que se refería. Aprovechó aquello que había experimentado antes para patear la antorcha del sujeto que se acercaba a él, haciendo que esta volara por los aires pasando justamente por donde se encontraban las cuerdas que lo ataban y quemándolas.

Aquella jugada por su condición había sido demasiado arriesgada, de hecho las llamas habían alcanzado sus manos quemándolas y produciendo un gran dolor en él, el cual buscaba controlar. Aprovechó el efecto del óleo para colocar una de sus manos aun encendidas en llamas en el rostro del sujeto mientras que con la otra se dedicó a tomar su daga para arrojarla hacia las cuerdas que sujetaban a la dama con la finalidad de liberarla.

Las llamas seguían avanzando en su cuerpo, si no utilizaba alguno de los pañuelos que había comprado anteriormente, acabaría con el cuerpo totalmente quemado, sin embargo para su infortunio, él no podría tomarlos, puesto a que los quemaría por completo, solo le quedaba depender de la teniente de cabellos rojos.

[Amalia Abagnale]

Fue así como dos de los hombres entraron con antorcha en mano y uno de ellos se quedó en la puerta y el otro se acercó a Vetz. En ese momento digo algo con lo cual dio a entender de qué saldríamos de aquí, algo tenía planeado y debía estar atenta.

En un abrir y cerrar de ojos el chico de cabello oscuro hizo lo sospechado, pateó la antorcha quemándose y quemando las cuerdas que lo ataban. En llamas pudo tomar su daga y lanzarla a la cuerda que me sostenía, por lo que caí de pie al suelo. El hombre en la puerta se acercó a nosotros y rápidamente traté de intervenir en su ataque, lanzándome hacia él dándole una patada la cual lo lanzó al suelo. Mientras el otro gritaba por el dolor causado en su rostro por el fuego, tomé mi espada que llevaba a un costado y la blandí hacia él, hiriéndolo y haciéndolo caer al suelo. La solté, pues mis manos aún seguían amarradas y me acerqué a Vetz desesperada, pues se estaba quemando.

- ¿Dime que tienes algo entre tus ropas para esto? – dije mientras trataba de evitar las llamas y revisaba su ropa en busca de lo que fuera.

Si alguna de aquellas llamas me tocaba, sería el fin, debía darme prisa, pues el otro hombre en el suelo comenzaba a levantarse.

[Vetz]

Observaba los movimientos de la dama mientras aquellas llamas buscaban propagarse por su cuerpo, trataba de resistirlo, de no gritar por el dolor, pues de hacerlo solo provocaría más problemas, su confianza estaba puesta en ella, y estaba casi seguro de que saldrían de esa situación. Verla blandir su espada aun estando amarrada y en aquellas condiciones, era algo de lo que el ladrón podría nunca llegar a cansarse, o eso pensó durante ese momento, mientras buscaba desviar su mente del daño que producían en él las quemaduras.

Finalmente la dama se acercó a él, preguntándole si tenía algo para combatir su principal problema, el óleo, por fortuna era así, pero en ese momento él no podía hacer mucho – compré unos pañuelos mientras recorría el pueblo – expresó, haciendo algunas pausas por el dolor – podrías usarlos para sacarte el óleo y evitar que te suceda lo mismo que a mí – continuó mientras el fuego se seguía propagando por su cuerpo, ya no eran solo las manos, sino que la mitad de sus antebrazos también estaba quemada.

Alzó sus brazos y trató de dirigirlos hacia atrás, era una posición peligrosa, pues de escaparse una llama podría terminar de quemarse por completo, o en un caso más simple, el solo hecho de elevar sus manos las exponía aún más al oxigeno que fortalecía al fuego, de cualquier manera, su posición no era la más favorable y de eso estaba claro, pero pudo ayudar a la teniente que era lo que quería. Pensó por un momento en cada pequeña página que había escrito de su historia y sonrió – esta nueva vida ha sido genial -

[Amalia Abagnale]

Tenía dos pañuelos, los había encontrado, pero el otro sujeto ya estaba en pie. El fuego se estaba expandiendo por sus brazos, si bien ya sabía donde estaban aquellos objetos, los dejé en donde estaban. Tomé mi espada del suelo y me dirigí hacia aquel hombre, clavándola en hombro. Coloqué mi pie en su pecho y coloque mis muñecas en la hoja para así cortar mis ataduras, luego retiré mi arma del hombro del bandido y lo golpeé con el mango para aturdirlo. Me dirigí hacía Vetz, pero si bien los pañuelo quitaban el estado óleo, las llamas no se apagarían, así que busqué algo para apagarlo mientras que me limpiaba con uno de los pañuelos. Fue allí cuando un pedazo de tela que cubría unos barriles se dejó ver, lo tiré dejando caer todo lo que estaba encima de él y lo lancé a los brazos del muchacho. Lo envolví fuertemente, si bien sabía que debía dolerle, comencé a palpar fuertemente para apagar el fuego. Retiré la manta y el fuego se había apagado, no quise mirar su estado y solo me limité a limpiar el resto de su cuerpo con el pañuelo restante.

- Lo lamento. – Dije mientras terminaba de limpiar al chico. No sabía que más decirle o que hacer. Me sentía pésimo, sus manos habían sido dañadas y no sabía cómo quedarían a futuro, pero de lo que si estaba segura, es que debíamos salir de aquel lugar inmediatamente. – Cuando terminemos, podremos tratarte. – dije refiriéndome a sus manos, debía haber algún curandero capaz de hacer algo por él. Tomé mi espada y busqué mi escudo, este último estaba en la espalda del segundo matón, lo cogí y dejé caer al herido. – Toma tus dagas, nos marcharemos de aquí en seguida.

Vetz estaba herid, por lo que me encaminé primero, si habían más hombres de Milenco, me encargaría de ellos personalmente, no dejaría al chico pelear y menos en aquella condición.

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