En el centro de todo [Luna/Johann/Ixen][CERRADO]

[Brask Daeisk]

Equipo y Habilidades:

El joven lobo salió de la tienda de armaduras con una nueva hacha en la mano. Se decidió por ir al centro de la ciudad y a cada paso que daba, sus sentidos lo hacían sentirlo el más observado. "¿Será la altura? Se que soy algo alto... pero no..." Hasta que sus orejas pudieron oír a dos vieras y una miqo'te hablando de el, de lo salvaje que se veía y haciendo referencias algo subidas de tono sobré la poca ropa que llevaba, lo cual hizo que las mejillas del antrolobo se tornaran de un color cerezo... "Por que dicen eso... ¡Éstas son las ropas de mi tribu, maldita sea...!" A cada paso que daba, más prejuicios oía de las féminas del lugar, lo que hacía que su cara se tornase de un color rojizo que denotaba más su piel clara. Logró salir de la plaza central para dirijirse a una de las areas gastronomicas del sector. La cantidad de aromas del sector, hizo que el antrolobo se volviese famelico... pero había gastado tanto dinero que pensó que no podría comprar las mejores cosas... "Ay... ratas. No podré probar lo mejor..."

En su descuido, no vio que una carreta se aproximaba rápidamente hacía su dirección... el joven antrolobo se dió cuenta de que casi era arrollado por una despiadada carreta que se había salido de control. El chocobo salió disparado por algo que debió asustarlo, pues su miedo era evidente en el aire y el joven lobo lo sabía. Detrás de el, una hume corría detrás de la carreta, diciendo: <<¡Mi bebé! ¡Por favor, que alguien salve a mi bebe!>> De manera desesperada y dentro de la carreta, pudo oír a un joven gritar: <<¡Maaaaamiiiiiii!>>. El joven Antrolobo no se lo pensó dos veces y salió corriendo en cuatro patas tras el y al alcanzar la carreta, la tomó con todas sus fueras para lograr subirse. El niño estaba asustado, pero la cara del joven antrolobo se mostraba calmada y serena. <<Sujetate fuerte a mi, pequeño>>, dijo el joven antrolobo y tomó en sus brazos al niño y saltó con algo de dificultad por el hacha pesada que llevaba en su espalda, pero logró salir de la carroza con el niño intacto. El chocobo se detuvo en una pared y la carroza se estrelló en pedazos contra una pared. Despues de eso, el niño corrió llorando con su madre mientras veía que todos los espectadores gritaban de alegría frente al joven antrolobo. El joven antrolobo se sentía bien por que ese tipo de celebración solo se celebraba en su tribu al recibir a un héroe... y así, el joven antrolobo se sentía como tal, un héroe.

[Luna Lietti]

Equipo y Esferas:

Mysidía no era en comparación a esta gran ciudad, las veces que había estado aquí no pude salir a recorrerlas, pues me quedaba en la caravana con los demás niños. Ahora era libre de recorrerla a mis anchas. Salí de aquel hospedaje sin rumbo, quería recorrer lo más que pudiera el día de hoy. La gente de la ciudad seguía su rutina, podía ver familias caminar juntas, niños jugando, gente atendiendo sus puestos de ventas, uno de esos puestos llamó mi atención.

- Hola. – Saludé. Tomé una manzana de su puesto de frutas y la cancele. – Ciao. – me despedí.

Seguí caminando por la ciudad comiendo mi manzana cuando un grito llamó mi atención, un chocobo descontrolado amarrado a una carreta corría por la ciudad, una mujer trata de alcanzarlo sin mucha suerte. Su hijo se encontraba en el interior de aquella galera. Hábilmente un antrolobo logró rescatarlo sin heridas aparentes. Lo que había hecho era digno de reconocimiento. Veía a la gente aglomerarse a su alrededor, todos estaban pendientes del héroe del momento.

Mis actos tenían igual cantidad de gente, pero me reconocían por mi danza, yo también deseaba ser un héroe como él, estaba segura que tenía emocionantes aventuras de aquellas con las que siempre soñé desde pequeña, pero solo estudié y estudié. ¿Siendo una maga negra podría tener emocionantes aventuras también? Estaba decidida, hablaría con él luego de que todos se fueran y así poder averiguar cómo eran sus aventuras y que se necesitaba para ser encontrarlas.

[Johann]

Equipo y Habilidades:

Tras el pequeño viaje a Mysidia y las aventuras vividas en ese lugar, el joven había vuelto a la ciudad republicana para seguir creciendo como soldado. Ingresó a la academia a los veintiún años, muchos podrían considerar que a esa altura no lograría alcanzar grandes logros, pues aun debía aprender muchas cosas básicas como todo novato para realmente poder resaltar como soldado, e incluso convertirse en un futuro caballero. A él no le importaba lo que otros pudieran hablar, era fiel a sus ideales, y eso le llevaba a seguir adelante, además de eso poseía una especie de talento innato que le permitía aprender más rápido que muchos otros, haciendo que se comenzara a adaptar con gran velocidad a pesar de haber comenzado en aquella etapa.

Se enfocaba principalmente en el manejo de la espada, detestaba portar un escudo aunque era casi una ley entre los soldados, para él, la mejor defensa siempre fue el ataque, eso escuchó de sus padres y siempre lo puso en práctica, aun cuando su búsqueda era proteger a los demás. El periodo del día había culminado, fue entonces cuando vio pasar velozmente a un chocobo y la carreta que llevaba, este se dirigía hacia la plaza lo cual era un poco extraño, pensó en tomar acción, pero la cantidad de personas entre él y aquel extraño suceso le impedían hacer mucho, por lo que simplemente le siguió para poder ver si realmente era necesario actuar.

Estuvo cerca de hacerlo, pero un veloz antrolobo tomó la iniciativa, logrando lo que muchos consideraban una gesta heroica y atrayendo los aplausos y ovaciones de muchos, el soldado también le aplaudió, si este lo había hecho con las intenciones de salvar al niño, lo merecía, para él, los héroes nacían en los pequeños detalles y no solo a través de grandes acciones como comentan las historias.

[Ixen Whedab]

Mini Ficha:

Solde Ruetha era una ciudad capital gigantesca, era muy grande, habían academiad de magia, regimientos de soldados y paladines, prácticamente de lo que pidieran.
Dado a su condición le había costado encontrar donde alojarse, de hecho, había preferido ir a los suburbios, mejores precios.. no tan lujoso, pero tanquilo.
Tenía que tener en mente el hecho de no hacerse notar tanto, si bien como caballero oscuro tenía un poder considerable, también había que tener en cuenta de que este lugar, en particular esta GRAN ciudad capital, debía estar repleta de paladines.. y las fuerzas de la luz siempre han tenido problemas con las de la oscuridad.

Cada vez que salía por víveres o algo que comer, se tapaba con su "capa" roñosa, parecía un pordiosero y por ende se mezclaba a la perfección con la gentuza. Era perfecto.

Estaba comiendo una pata de chocobo asada en un local, en realidad un carrito, cuando un revuelo cerca de la plaza hacía que la gente se empezara a acercar al lugar del suceso.

Sólo se asomó por una esquina, y oteó el lugar del suceso.
enarcó una ceja, reconocía a uno de los presentes... y al parecer había hecho o algo muy malo o algo muy bueno por que empesaba a ser rodeado por la gente, pensó para si
-ese muchacho tiene madera, hace las cosas por que las siente
-ojalá pudese tener ese impulso natural de si mismo, se quedó observando por si el chico necesitaba ayuda, desues de todo, sabía que era una buena persona

[Brask Daeisk]

El joven antrolobo se sentía feliz, era vitoreado por bastantes personas. Se sentía como en casa, por un momento. La madre del joven que rescató se acercó a el, y con la cara aún llena de lágrimas le habló: <<Gracias... por salvar a mi hijo. Es lo único que tengo. Yo...>> La madre no pudo más y entró en llanto, tomando el pelaje de sus pectorales y llorando en su pecho. El joven antrolobo entendió entonces que esa mujer estaba criando sola a su hijo, y entendió que él no era el único con una desgracia mayor en éste mundo. El joven antrolobo casi se sintió mal por todo lo sucedido y solo abrazo a la mujer. <<Solo hice lo que era correcto>>, dijo el joven lobo con una voz suave. Mas personas se aglomeraron en frente al joven antrolobo, incluida una joven de cabellos rosa con una manzana en la mano, aunque solo pudo hacerle un saludo con su mano siniestra. El infante que había salvado se acercó a el y le dijo. <<Usted es asombroso señor. Cuando crezca, quiero ser un héroe como usted.>> El joven lobo se enterneció con las palabras del infante y en cuanto la señora lo soltó, se arrodilló ante el pequeño y dijo: <<Siempre que des tu cien por ciento en lo que hagas, podrás ser lo que quieras. Solo sé determinado...>> El infante solo veia con asombro al joven lobo y le dijo: <<¿Me dice su nombre señor?>> El joven antrolobo sonrió al joven y dijo: <<¿Mi nombré? Me llamo Brask Daeisk, líder de la tribu Daeisk.>> El joven antrolobo pudo ver los ojos del infante, el cual mostraban asombro y aprecio. Pronto, todos los que estaban rodeandolo comenzaron a vitorear su nombre. Repetían su nombre en señal de aprecio y el corazón del joven lobo se llenaba de orgullo. Ésta había sido una de las mejores sensaciones que había experimentado en toda su vida... al menos eso creía.

Después de la heroica hazaña que hizo, el apetito reclamó el estómago del joven antrolobo. Los olores de la gente se mesclaban con la comida, hasta que percibió un aroma conocido, como si hubiese olfateado ese aroma anteriormente. Este vino con un olor apetitoso, como a carne aviar recién asada. Fijo la vista a ese olor y pudo divisar a un antrolobo comiendo algo parecido a un trozo de carne. Reconoció al antrolobo en el acto y podría aprovechar de mantener una conversación amistosa con un viejo compañero de batallas... o al menos eso es lo que el joven antrolobo creía. La multitud calló de un momento a otro, y desde muy cerca solo pudo oír aplausos sarcásticos. La multitud se abrió, revelando a dos humes y dos bangaas. El de más adelante, de color naranja y con armadura era el origen de esos aplausos, mientras veía a los humes y al otro bangaa, pudo notar que las personas de alejaron de ellos. <<Vaya vaya...>>, decía el bangaa con aires de prepotencia. Al joven antrolobo no le gustaba nada el tono de voz del bangaa que ahora estaba al frente suyo. <<Que pena, ese niño hubiese quedado como huevo revuelto si no hubiese sido por tí... que aburrimiento.>> El joven antrolobo pronto entendió lo que pasaba aqui y miró al bangaa con un gruñido constante en su boca y con su mano siniestra en su hacha. <<Ooh, que pena. Hice enojar al perrito.>> En ese instante, todos los miembros de la banda del bangaa entraron en una siniestra carcajada, que sólo hacía aumentar más la ira del joven lobo. <<Que pena, y con lo que me costó asustar a ese chocobo. Quería ver ese espectáculo de caras aterrorizadas y sangre, pero tu acabas de arruinarlo.>> Eso fue algo que el joven antrolobo no pudo tolerar, pero debía calmar su ira. <<Bueno, si no puedo ver un espectáculo de sangre en ese mocoso...>> En ese instante los humes sacaron sus navajas y los bangaas sacaron unas hojas. <<¡Tendré que hacerlo yo!>> El joven antrolobo llevó el hacha a su hombro y se preparó. Le daría su merecido a esos maleantes. <<Espero que esto les quede claro a todos, que los heroes se mueren. ¡Ataquen!>> El joven antrolobo estaba en clara desventaja, pero eso no le motestaba, solo hacía el reto más interesante.

[Luna Lietti]

Mientras no actuaba, era invisible para la gente, al menos eso creía y eso era algo bueno, pero solo dependiendo de la situación. La gente vociferaba su nombre, tiernamente habló con el niño y calmó a la madre, realmente era digno de admirar. Seguí comiendo de mi manzana, aunque ya me quedaba poco de aquel sabroso alimento. Pude percatar algo inquieto al lupino, lo cual llamó mi atención y decidí acercarme a ver lo que ocurría. Mi contextura delgada y pequeña, a comparación de la gente que estaba hablando con Brask, había hecho que pudiera acercarme a ellos sin problema. Lo que habían confesado era horrible y repulsivo, tratar de herir a un pobre niño por diversión era deplorable. El asunto estaba cambiando de rumbo, de una acalorada conversación a una pelea injusta, eran muchos contra una sola persona, no podía dejar que lo lastimaran, era hora de brillar y de la mejor manera que podía hacerlo. Todos comenzaron a sacar sus armas, quizás lo mejor sería encargarme de los hume, que aun cuando eran más grandes yo, eran menos resiste a mi magia.

- ¡Hielo! – Tomé mi bastón y le lancé aquel hechizo al hombre, mi magia había llegado a uno de ellos, congelando sus pies para que así no se moviera y atacara al Antrolobo. Hasta ahí todo bien, pero aún quedaba uno y los Bangaa restantes. Traté de lanzar un nuevo hechizo, pero uno de los lagartos tomó mi bastón y a mí con él, prometí que no volvería soltarlo nunca más, me balanceo de un lugar a otro pero aun así no lo hice. Me acercó hasta él y luego me lanzó hacia el suelo.

[Johann]

Los actos heroicos siempre tenían sus pro y sus contras, muchas veces esos factores negativos eran mayores, no obstantes aquellos que poseían firmes ideales eran capaces de entender ese hecho y aun así no quebrantarse ante ello. El antrolobo pasó de ser proclamado a emboscado por una banda, la cual a su vez, declaró ser responsable de lo sucedido con el chocobo, ese hecho era algo que no podía quedar impune, y el soldado de cabellos azulados actuaria al respecto.

Pero justo antes de su llegada, aquella pequeña y delgada pero ya conocida figura apareció repentinamente en escena, mostrando su repertorio de habilidades, le había visto antes en Mysidia, pero aun así, la chica de cabellos rosados le seguía pareciendo deslumbrante. La forma en la que manipulaba sus capacidades mágicas, hacían entender que no era una novata, a pesar de tampoco ser la más grande maestra entre los magos negros, pero era bastante hábil y eso no se podía negar.

Uno de los maleantes se encontraba prácticamente inmovilizado gracias al hielo creado por la fémina, quien buscaba encadenar una serie de hechizos pero se vio frustrada por uno de los bangaas, el cual sujetó el bastón de la dama intentando quitárselo, para luego hartarse y tirarla al suelo. Estaba a punto de situarse sobre ella cuando entre los espectadores se abrió paso un soldado de agiles movimiento, quien ahora también se unía a la acción, sus propósitos, eran simples, estaba en contra de las injusticias, y de cierto modo quería proteger a aquella maga que estaba siendo atacada.

Sin desenvainar su espada asestó un golpe en el cuello del bangaa con el mango de su arma, aquel fuerte impacto le sirvió para aturdirlo lo suficiente como para que aquel despreciable sujeto perdiera el equilibrio, tras eso, una fuerte patada impactó en el área de sus costillas enviándolo a volar por al menos algunos metros. En condiciones normales el golpe no habría sido tan efectivo, pero su fuerza combinada con aquella perdida de estabilidad le permitieron sacar claro provecho.

- ¿estás bien? – preguntó el de ojos grises mientras extendía su mano hacia la maga para ayudarle a levantarse, aquella escena era un poco familiar, aunque el desarrollo previo y posterior fueron claramente diferentes, lo que estaba claro es que le agradaba haberse encontrado nuevamente con ella.

[Ixen Whedab]

Ixen permanecía en silencio le dió una mascada más a su pata de chocobo y vió que en realidad no era una agesión, sinó una felicitación, se tranquilizó, estaba a punto de retirarse cuando vió que un grupo de matones empezó a acercarse al muchacho, y a decirle algo de que eran los responsables del accidente, al parecer las cosas se pondrían color de hormiga.

Le dió una última mascada a su pierna de chocobo y la arrojó a un lado, limpió sus garras en su capuchón y se dispuso a meterse entre la gente para acercarse a la acción, se agazapó para no llamar la atención entre el gentío que comenzó a hacer un círculo en torno al suceso, iban a atacar al muchacho entre los cuatro, ahora serían cuatro contra dos, mucho más aceptable.. los maleantes se prepararon para atacar, cuando una pequeña Hume conjuró un hechizo de hielo y dejó pegado al suelo a uno de los Hume agresores, en ese momento uno de los dos Bangaa, el que parecía no ser el lider comenzó a forcejear con ella, y la lanzó al suelo era evidente que la fragil chiquilla no era una combatiente, sinó una maga.
Un soldado apareció de la nada y le sacó al lagartijo de encima a la pequeña y caballerosamente la invitó a levantarse.. Novatos.. todavía había un enemigo libre.
Mientras el soldado Hume hacía gallardía de su gentileza con la muchacha el otro Hume malechor ya estaba preparado para atacar a alguno de los dos... Ixen no iba a permitirlo.

~~~~
Lanzóse en placaje contra el Hume y lo enzarzó en una presa, clavó fuertemente sus colmillos en el hombro del sujeto, donde llevaba su arma, el tamaño y peso del antrolobo se llevó al maleante con todo y cuerpo en una embestida brutal y sin ningún miramiento ni dejo de sutileza, gruñó al sentir sus colmillos huindirse en la carne del desdichado, el cuchillo salió volando quedando en el suelo un par de metros más allá, quedaron cerca del otro sujeto con la pierna congelada que intentaba inutilmente safarze picando el hielo con su miserable puñal.
El atacante al cual Ixen había mordido soltó un alarido de dolor que podría haber congelado la sangre de cualquiera de los ciudadanos habituales presentes
AAAAARRGGGG..!!! MI HOMBRO..!!! - El fragil Hume se movió como un muñeco de trapo cuando Ixen se alzó con él aún en sus fauces.. lo soltó, lo dejó caer, cuando estuvo seguro de tener la distancia justa lo pisó con su bota dejándolo estampado en el suelo. Con su mano derecha sujetando su espada aún envainada proclamó en voz alta.

- ¡¡SOY IXEN WHEDAB, CABALLERO OSCURO DE MACALANIA!! - se sacó su capucha y se vieron sus ojos inyectados en una luminicencia amarillenta y sus fauces aun con sangre - ¡¡HUYAN O MUERAN!!

El Bangaa líder quedó helado, en un parpadeo había quedado sólo frente al poderoso Antrolobo con su hacha de batalla, el Hume congelado abrió la boca para protestar, pero como estaba al alcance de Ixen el caballero oscuro alzó su brazo izquierdo y sin ningún tipo de miramiento estampó un puñetazo en el rostro del sujero, el cual le hizo volar un diente y lo forzó a caer de trasero al suelo, con su pierna aun congelada quedó completamente indefenso en el piso.
Aún así, no había desenvainado su hoja oscura para luchar.
La poderosa imagen del caballero oscuro hizo que varios pueblerinos retrocedieran con una cuota similar de miedo y asombro, su actitud era clara, estaba dispuesto a matar al que se le cruzara por delante, había hecho una amenaza evidente y ahora estaba en manos de los rateros salir con el rabo entre las piernas del lugar o decorar con sus víceras el pavimento..

Ixen detestaba a la gente como ellos, les daría una única oportunidad, de no ser así los asesinaría, mas valía matar allí a cuatro desgraciados que dejarlos libres pudiendo hacer descalabros y tomando vidas inocentes a diestra y siniestra en el futuro.
Con el seño fruncido miró fijamente a Brask, estaba allí para apoyar a su camarada fuese cual fuere el precio.

[Brask Daeisk]

El joven lobo estaba en desventaja, pero le urgía el darles una lección a esos maleantes por lo que habían hecho. Era evidente que eran más que él, y obviamente más veloces, pero la furia que sentía iría a castigarles... o al menos éso era lo que creía. En el instante en que el joven antrolobo se dispuso a combatir, tres figuras saltaron al campo de batalla a su lado, haciendo la batalla más justa. Dos figuras eran desconocidas para el, pero una era su viejo camarada Ixen. La chica hume en el grupo hacía alarde de sus hechizos con la gracia de una danza, mientras el joven hume que estaba con ella, protegiendola a punta de espada. Su camarada antrolobo usaba sus instintos ferales para reducir a uno de ellos, convirtiendo todo el campo de batalla en una verdadera obra de arte, al menos para el joven antrolobo. Pronto la balanza estaba una vez más a su favor, con el bangaa solo contra el joven antrolobo y tres sujetos mas.

<<Grrr... no me van a vencer ustedes así tan fácilmente.>> El bangaa problemático parecía no rendirse. Llevó dos dedos a su hocico y sopló por ellos, provocando un silbido agudo que se esparció por el aire. Pronto, se unieron dos bangaas y tres humanos a la batalla. Pasaron a ser seis contra el grupo en el que estaba el joven antrolobo, luego pasaron a ser once, luego quince, y al final, fueron veintiuno. La mayoría numerica parecía ser intimidante, pero eso solo hizo dibujar una sonrisa en la cara del joven antrolobo. <<¡ATAQUEEEEEN!>> Gritó el bangaa mientras los demás iban a por el grupo en el que estaba el joven antrolobo. Usando su fuerza, saco el hacha de su hombro y la tomo con sus dos manos. Tomando una posición firme y concentración, la arrojó hacía el enemigo, noqueando a algunos, hiriendo a otros. El hacha, aún con su peso, pudo volver hacía el joven antrolobo y tomarla para que regresara a su mano. La acción solo estaba comenzando y el joven lobo lo sabía al reducir su número solo a dieciocho.

[Luna Lietti]

Había caído de golpe al suelo, aun así no había soltado mi bastón, tal como lo prometí. Lleve mi arma a mi pecho y al subir la mirada aquel Bangaa enorme venía hacia mí. Cerré mis ojos y esperé el impacto, pero este nunca llegó. Delante de mí había un joven de cabello azulado y ojos grises que conocía perfectamente, Johann. Nuestros caminos nuevamente se habían entrelazado, realmente el habernos conocido no había sido una casualidad o simple coincidencia. Podía verlo luchar contra aquel Bangaa para protegerme una vez más, luego de haber acabado extendió su mano hacía a mí de la misma manera como lo hizo cuando nos conocimos, la diferencia era que ahora conocía esos ojos que me miraban.

- Sí. – respondí con gran sonrisa en mi rostro, aun cuando no era momento para ello. Tomé su mano y me coloqué de pie. – es bueno verte. – Nuestra pequeña charla fue interrumpida por el otro hume que restaba, venía a atacarnos, pero una bola gris se lanzó hacía el. Le dio una gran mordida en su hombro y lo zamarreo como si fuera un trapo cualquiera. Solté la mano de Johann para llevarla a mi boca después de haber visto tal atrocidad. Nunca había visto a un antrolobo actuar de aquella manera tan salvaje. Lanzó a aquel hombre en dirección a donde se encontraba el hume que había congelado haciendo caer ambos al suelo. Solo quedaba aquel Bangaa, que estaba en frente de Brask. Había sido derrotado justamente, pero era muy pronto para cantar victoria, con un solo chiflido llamó a más de sus secuaces, veintiuno en total. Me coloqué detrás de Johann y apreté fuerte su brazo. - ¿qué haremos ahora?

Creí que todo estaba perdido, pero aquel antrolobo de pelajes azules había acabo solo con 3 de aquellos hombres  con un solo agitar de su hacha, aquello me hizo llenarme nuevamente de valor. Respire hondo y me hice a un lado de Johann y me dirigí hacia aquel valiente antrolobo, comencé a dar vueltas mi bastón con ambas manos y lancé un nuevo hechizo hacia aquellos lagartos que habían llegado.

- ¡Hielo! – Mi magia fue directamente hacia algunos de los Bangaas. Si algo sabía, es que aquellas criaturas no les gustaba el frío. Luego de lanzar aquel ataque que había dado en dos de ellos, me alegre, pero rápidamente me coloqué detrás de Brask. – Podremos con ellos. – le dije llena de entusiasmo y tratar de animarlo. Miré de reojo a aquel otro lupino, pero realmente me inspiraba algo de miedo.

Nunca antes había participado en una batalla, cuando estuve en la escuela de magos en Mysidia, solo nos enseñaban hechizos, por eso había decidido emprender viaje  a esta ciudad, para poder aprender a combatir utilizando mi magia.

[Johann]

La danzante maga de cabellos rosados sostuvo su mano aceptando nuevamente la ayuda que este le ofrecía, y al mismo tiempo regalándole una gran sonrisa al soldado, que no hizo otra cosa más que aumentar su motivación, pero aquel momento se vio interrumpido cuando el humano restante de aquella pequeña banda fue a atacarlos, sin embargo, el de cabello azulado no tuvo tiempo ni oportunidad de reaccionar, pues antes de siquiera darse cuenta un nuevo actor se había añadido a la escena, se trataba de otro antrolobo, aunque ese mostraba una forma de actuar muy diferente a la de aquel al que muchos aclamaron como un héroe.

El bangaa, cobarde como muchos en su raza [aunque existían algunos que eran más que respetables] recurrió a la bajeza de llamar a los miembros restantes de su banda, ahora eran veintiún oponentes en contra de aquel pequeño grupo de cuatro, no obstante, el soldado no se desanimaba, por el contrario, para el momento en el que Luna se colocó detrás de él apretando su brazo, este ya había decidido protegerla – no te preocupes, saldremos de esta – musitó en respuesta a su pregunta, no sabía si ella pensaba lo mismo, pero necesitaba animarla.

Pero fue aquel héroe de turno quien logró lo que el soldado intentaba, mientras este veía como la maga se alejaba acercándose a aquel guerrero que había derrumbado a tres de los oponentes con un solo movimiento, aquella ahora mostraba una nueva seguridad, se veía en sus movimientos y en la firmeza de su magia, el uso del hielo en contra de los bangaas había sido una sabia decisión, y esto le hizo entender al soldado que no había de que preocuparse.

Pero la bajeza de aquellos no cesaba y tres de ellos tomaron a un grupo de niños como rehenes, el joven cerró sus ojos y dejó escapar un suspiro, su ideología era la lucha a favor de la justicia, y lo que hacia aquel grupo de vándalos atentaba directamente en contra de estos. Concentró sus sentidos en aquel trio, aunque sin descuidar el resto del lugar que ahora se había convertido en un campo de batalla.

Tomó impulso y corrió para saltar hacia ellos, repitió hasta cierto punto su ataque de llegada, pues mientras estaba en el aire desenvainaba su espada pero el primer impacto fue con el mango de la misma, justo en la frente de uno de los bangaas, haciendo que este cayera y quedando sobre él, estaba más que claro que aquel enemigo se encontraba inconsciente, desde la misma posición, tomó un nuevo impulso para moverse clavando su espada en el pie del humano que se encontraba formando parte de aquel trio que utilizó a los niños como rehenes, pero el ataque no culminaría hasta acabar con aquel trio, por lo que aprovechó el mismo movimiento y la posición de su espada para apoyarse de ella y patear al bangaa restante, haciendo que este también cayera al suelo y quedando parado justo sobre su estómago.

Ya eran dos de aquel trio los que se encontraban sin capacidades para seguir luchando, mientras que el restante aun gritaba de dolor por la perforación en su pie hecha por la espada del soldado – tranquilo, yo detendré tu dolor – aplaudió a sus oídos, haciendo que el golpe sonoro le desmayara al instante, para luego tomar su espada y ver como los pequeños se retiraban del lugar aún llenos de miedo - ¡ESPERO QUE NO VUELVAN A PENSAR QUE POR TOMAR REHENES PODRÁN TOMAR ALGUNA CLASE DE VENTAJA! – aquellas palabras tenían tres intensiones, subir la moral de sus compañeros, tranquilizar a las personas que aún se encontraban en el lugar, y por último que aquellos vándalos entendieran la posición en la que se encontraban.

[Ixen Whedab]

Ixen había hecho su amenaza y ellos habían hecho su elección.

El Bangaa pegó un chiflido y comenzaron a aparecer más de sus secuaces, uno tras otro, hasta llegar a los 21. La sangre del Caballero oscuro comenzó a calentarse, ya había suficiente descalabro y sólo había llegado un guardia. Afortunadamente todavía quedaba gente valiente como aquella niña de cabello rosa. Esto recién comenzaba.
El Joven Brask tomó su hacha de combate y la arrojó de una forma que Ixen jamás había visto, voló por el aire como un plato y golpeó a tres sujetos lanzándolos a volar por el aire de rebote y su gran arma volvió a sus manos, ese muchacho tenía mucho espíritu y muy buena técnicasonreía, se notaba que era de los que le encantaba estar en medio de la camorra.

Por su lado la Jovencita hizo alardes nuevamente de su maestría en la magia de los inviernos, dejando a un par de Bangaas escarchados y entumecidos, sabía lo que hacía, a los reptiles les molestaba más el frío que a otras razas, despues de eso se acercó a Brask y se escudó tras de él, su camarada movió las orejas algo le decía ella cosa que Ixen no alcanzó a escuchar.

El soldado de cabellos azules pasó frente a él como un ralámpago gris, y con una demostración gallarda de sus dotes de combate acrobático lográ derribar a tres de ellos, que habían tratado de hacerse con tres infantes de escudo, cosa que con la velocidad de reacción y maestría del soldado no se había podido concretar - ¡ESPERO QUE NO VUELVAN A PENSAR QUE POR TOMAR REHENES PODRÁN TOMAR ALGUNA CLASE DE VENTAJA! – ahora si ese Hume hablaba como un guerrero, sólo era cosa de que se pusiera serio.

Ixen miró a su alrededor, y empezó a ser rodeado, entre los otros ya había derribado a 8: Tres Brask, Dos la Muchacha y otros Tres el Soldado; ya sólo quedaban 13.

Si ese Bangaa era tan macho, seguiría allí y si no lo era, Ixen lo mantendía allí.
Sacó su escudo y desenvainó su espada, en ese momento todos pudieron ver que la hoja de su arma era tan negra como la obsidiana, sus ojos se encendieron en un amarillo intenso y todos supieron que era un Caballero oscuro.
Alzó su pié y volvió a pisar con fuerza y todo su peso al Hume que tenía bajo él, sintió que algo bajo su bota se rompió, el Hume escupió un buen escorbuto de sangre, pero no emitió ningún grito, el Antrolobo comenzó a avanzar y el Hume se puso de lado y se agarró el pecho, como si estuviese perdiendo el aliento, respiraba con dificultad.
Tomó con fuerza su espada y arremetió contra la pierna congelada del sujeto que estaba en el suelo, destrozándosela, el maleante dió un grito de agudo dolor y se acarró la pierna maltrecha aún con trozos de hielo.
Dió un paso y los 4 que lo habían rodeado retrocedieron, Whedab se veía intimidante y no pretendía dejar a nadie inconciente sin antes darle una buena cuota de dolor palpante uno intentó atacarlo, pero Ixen le dió en el rostro con su Escudo mandándolo de espaldas al suelo, los otros tres titubearon.
A un lado, apártate basura - Ixen dió otro paso y sus contrincantes retrocedieron, las personas comenzaron a irse del lugar, el Caballero oscuro ya había degado graves a dos de aquellos malhechores, no era u espectáculo para los niños.

Su objetivo era el Bangaa líder, si quería ver sangre Ixen se la iba a dar, no permitiría que se escabullese mientras dejaba a sus secuaces tapándole la huída.
No le quitaría los ojos de encima, alguien le disparó una flecha, que se clavó en su hombro derecho, junto con su capucha, Ixen la tomó y la quebró antes de sacarla, siguió avanzando, su objetivo era el Líder.

[Brask Daeisk]

El joven antrolobo pudo ver como el número se reducía cada vez más. Sus nuevos compañeros le ayudaron y la hume que vio se posicionó detras de el y le dió ánimos. <<Lo sé, es imposible que perdamos ahora sabiendo lo que han hecho.>> El joven antrolobo estaba decidido y determinado en llevar a un final ésta charada. Corrió y cortó colas y dedos, literalmente. No quería asesinar a nadie, pero quería que todos los presentes se llevasen un escarmiento y que no saliesen sin un rasguño o dos. Cuando terminó de cortar, tan solos quedaban ocho en pié. Y cuando intentó cortarle la cola a uno de los bangaas, este evadió hábilmente y contestó con una estocada al pecho del joven antrolobo, perforando su zona abdominal, pero no llegando hasta el fondo. La técnica del bangaa era impecable, aunque el joven antrolobo sabía que nunca iría a ganarle a una espada. Aun así, se quedó perplejo con la actitud del bangaa. Esperaba el ataque de su contrincante en lugar de atacar con furia.

<<Ehm... ¿No deberías atacarme?>> El joven antrolobo estaba bastante confundido. No sabía que hacer o donde empezar a atacar. <<No me interesa ser un bruto. Si quieres atacar, adelante. Tengo el honor suficiente para esperar el ataque de mi contrincante.>> Si antes el joven antrolobo estaba confundido, ahora estaba totalmente perdido. <<¿Honor? ¡Pero si eres un criminal!>> El joven antrolobo no entendía que pasaba. Creía que los criminales actuaban con sangre fría, no con honor, y eso que hacía el bangaa le hacía perder la cabeza. <<Qué trabaje con un criminal no quiere decir que no respete a mi oponente en una batalla. Ambas cosas son diferentes.>> El bangaa ya entendía en partes lo que sucedía, pero aún estaba confundido del actuar del bangaa. <<No entiendo por que trabajas con alguien que es tan cobarde para enfrentar sus problemas por su cuenta y además, que te pueda apuñalar por la espalda cuando encuentre la oportunidad y que además no te pague. ¡Tan solo míralo!>> El bangaa miró a su jefe, y luego bajó su estoque, mientras parecía reflexionar. En lo que hacía eso, tarde se dió cuenta de que uno de los bangaas se acercó para atacar a ambos. No alcanzaría a defender al bangaa, pero por fortuna éste se dio cuenta antes y propinó un golpe con la empuñadura del estoque, noqueando al agresor. <<Supongo que tienes razón. Cobraré mi paga a la fuerza. Por cierto, soy Na'zsari, pero mis amigos me llaman Nas... bueno, lo harían si tuviera>> En el poco tiempo el numero de maleantes se redujo a seis. Todo parecía sonreir para el joven antrolobo.

[Luna Lietti]

El actuar del otro antrolobo era despiadado, acababa con los bandidos muy sádicamente y aquello hacia que me incomodara, si bien estábamos luchando contra unos bandidos y el líder haya querido matar a aquel pequeño, disfrutarlo como lo hacía él, era ser como ellos.

Mi magia de frío se había acabado, así que lancé uno de mis conjuros de fuego contra algunos Hume. Realmente era vulnerables a este tipo de magia, sus ropas comenzaron a incendiarse al igual que sus cuerpos, realmente esto estaba fuera de control.

Me quedé al lado de aquel antrolobo, quien se encontraba peleando con un Bangaa, pero ambos comenzaron a intercambiar palabras mientras lo hacía. Brask había encontrado en aquel enemigo, un aliado. Giré mi mirada hacia nuestro hume amigo, pude ver como alguien lo atacaba por la espalda y sin dudarlo me lancé en su defensa.

- ¡Piro! – conjuré una vez más, dando de lleno a aquel bandido a espaldas de Johann. Me acerqué a él y comencé a golpearlo con mi bastón mientras rodaba en el suelo, me había quedado sin magia y era la única manera de defenderlo. Al menos ya solo quedaban 3 enemigos incluyendo al líder.

[Johann]

- gracias – musitó el soldado hacia la maga que se había movido en su ayuda, la situación se estaba desarrollando de manera totalmente favorable para aquel grupo, la muestra de trabajo en equipo dada en algunos momentos estaba dando sus resultados, sin embargo la situación cambió por completo y de forma inesperada. Los tres enemigos que quedaban repentinamente cayeron al suelo, todos habían sido asesinados por cartas que se enterraban en sus frentes, cada una tenía escrita una palabra, para completar una frase.

“Comienza el juego”

Inmediatamente los cuerpos de aquellos vándalos comenzaron a explotar, convirtiendo aquella plaza en un campo de masacre lleno de sangre y partes de cuerpos dispersas por todo el lugar, las personas huían aterrorizadas, pues aquel “espectáculo” se había convertido en una película de terror. Dos encapuchados miraban desde las alturas, para luego retirarse y en ese momento se presentaron cuatro enemigos, cada uno cubría las salidas de aquella plaza.

Eran un humano, un bangaa, un antrolobo y una viera, todos de oficios totalmente diferentes, un esgrimidor, un soldado dragón, un intercesor y una maga verde respectivamente. El conflicto anterior no era más que un calentamiento ante lo que debían enfrentar, pues si alguno de los guerreros se confiaba e intentaba atacar a más de un objetivo podría salir gravemente herido.

- Cetus se convertirá en el reino del terror – dijeron todos en coro, mientras los tres de oficios ofensivos se aproximaban hacia el grupo y la viera mantenía su distancia buscando posicionarse de forma estratégica. La verdadera batalla estaba por comenzar ¿lograrían superar esa prueba que se les ponía al frente?.

[Ixen Whedab]

A medida que la batalla se desarrollaba los enemigos iban cayendo uno a uno, Ixen concentrado sólo en el líder comenzó a pasar a través de los asustados bandidos de tercera, todos hacían lo suyo, Bras al parecer había convencido a uno de rendirse, la pequeña de cabellos rosados ya no conjuraba el invierno con sus manos, sinó el calor de los volcanes para defender al soldado..

De pronto, todo se convirtió en un dantesco espectáculo mientras las viejas y los niños corrían aterrorizados, los bandidos habían sido asesinados por alguien más que se ocultaba en las sombras.

De las cuatro salidas de la plaza aparecieron cuatro sujetos, evidentemente mejor preparados. Un humano con una capa y un estoque, su particular sombrero azulado llevaba una pluma negra ataviado al mismo, dándole un aire exéntrigo al joven Hume esgrimidor. Del otro costado un Bangaa con una armadura que asemejaba otro lagarto, y con una lanza de manofactura impecable, un soldado dragón. Frente al mismo un Antrolobo ataviado con una armadura completa y un escudo casi de su tamaño, era un Intercesor, defensor nato. Y por el costado que faltaba, frente al esgrimidor una Viera vestida con túnicas resistentes y un escote bastante prominente, dejando que uno de sus hombros se asomase de su túnica, sujetaba su sombrero para tapar un poco el sol, mientras acomodaba su cabello, Ixen no tenía idea de que tipo de conjurador sería... comenzó a acercarse a sus compañeros, escupió el cadaver del lider hecho añicos, y le hizo una seña a Brask en dirección del Esgrimidor, si querían salir de allí ese era el único lugar por el cual podrían, no se arriesgaría a recibi quien sabe que magia de la Viera, sabía que Jamás había que subersimar a las conejas, no recordaba haberse enfrentado a ninguna, pero muy en el fondo de sus ser, sus entrañas se recogían cuando veía a una de estas féminas ataviada con una túnica.

Cosas de su pasado quizás que no alcanzaba a digerir ni recordar...
Tampoco era el momento de pensar.

[Brask Daeisk]

La situación pronto se puso a favor para el joven antrolobo y sus compañeros de batalla. La situación había cambiado drásticamente a un tres contra cinco. Habían ganado un nuevo aliado y por fin habían acorralado a ese bangaa... o al menos eso creían. La situación cambió drásticamente cuando cuatro cartas salieron volando. Tres impactaron en el bangaa y sus secuases. Ensartaron sus cabezas, cayendo a peso muerto en el suelo. La cuarta carta estaba a punto de impactar en el nuevo aliado escamoso del joven antrolobo y sus compañeros, pero éste hábilmente la deflectó, cayendo a unos metros de los bangaas. Todas tenían una inscripción, las cuales el joven antrolobo no pudo alcanzar a leer. Luego pasó algo que nadie se pudo esperar. Las cartas estallaron, haciendo los cuerpos estallar en miles de pedazos. El hedor y la pestilencia que produjo esa explosión provoco dos cosas en el joven antrolobo. Náuseas vinieron a él por el hedor de la sangre y órganos esparcidos... e ira, por no dejarles entregarlos a la justicia. El joven antrolobo dejó de lado las náuseas y comenzó a usar su olfato para encontrar al responsable, pero al parecer no fue necesario.

Pronto cuatro figuras desconocidas se alzaron en la lejanía. Un hume de ropajes azules que portaba un fino estoque, un bangaa de armadura color esmeralda, el cual poseía una poderosa lanza, un antrolobo con una armadura grisacea que portaba un enorme escudo y una viera con ropas holgadas, que llevaba un mazo entre su ropa, ambos tapando todo tipo de salidas. Todos decían una frase. <<Cetus>> <<Se convertirá>> <<En el escenario...>> <<¡Del terror!>> "¿Cetus se convertirá en el escenario del terror? Malditos..." El joven antrolobo entró en una ira asesina e ignoró por completo la señal de su viejo amigo antrolobo y corrió hacia el antrolobo del escudo gigante, gruñendo mientras ondeaba el hacha pero el antrolobo con armadura usó el impulso del joven antrolobo para golpearle y estamparlo fuertemente en una pared. El joven antrolobo cayó inconsiente en el suelo. El bangaa que se había quedado con ellos vio la acción y corrió hacia el. Vio que aún respiraba y dió un suspiro de alivio. <<Amigo... ni siquiera se tu nombre... pero me has vuelto a mostrar el significado de proteger al projimo...>> dijo el bangaa mientras subía su estoque y se ponía en guardia. <<¡Ahora es mi turno!>>, pronunció mientras cargó hacia el antrolobo. Si bien un estoque no era tan poderoso como un hacha, podía hacer un daño considerablemente preciso si se usaba bien, y el bangaa sabía como usarlo. En unos toques, eo bangaa había comenzado a encontrar los puntos debiles de la armadura, haciendo retroceder al antrolobo con armadura. <<Ustedes. Si pueden mantener a la viera ocupada, todos podrán luchar contra ellos con facilidad. Solo sepan usar la cabeza>>, dijo el bangaa mientras esquivaba ataques del antrolobo. Los antrolobos de gran armadura pueden dar golpes duros, pero si se les cansa, pueden ser faciles de vencer, y el bangaa lo hacía no solo por proteger al joven antrolobo, sino también a sus camaradas.

[Luna Lietti]

Al fin la balanza estaba a nuestro favor, habíamos luchado de buena fe contra esos bandidos y solo quedaban tres de ellos. Me encontraba contenta, no por la masacre, sino que por que había estado en una pelea real y no ser solo un estorbo. Me acerqué a Johann y no me separé de él en ningún momento, mis esferas de magia se habían acabado y aun no terminaba la batalla. Me sorprendió como Brask había hecho que aquel maleante se pasase a nuestro lado.

- Me he quedado sin esferas mágicas. – le susurré a mi compañero, no quería incomodar al resto con aquello.

De pronto vi como los bandidos cayeron al suelo con unas cartas insertadas en ellos, mi asombro fue notorio, pues mis manos se fueron automáticamente a mi boca para no hacer salir un grito, pero este saldría de todas formas, pues los cuerpos de los ya bandidos muertos explotaron regando sus partes por todo el lugar. Mi grito esta vez no pudo ser silenciado, al menos hasta que me volteé hacia Johann para dejar de ver aquella repulsiva escena. No quería volver a mirar a aquella dirección, pero las palabras de gente extraña habían llamado mi atención. Al voltearme vi a Brask enfrentarse a uno de ellos, un antrolobo de armadura  gris, pero con solo el escudo lo había dejado fuera de batalla. El Bangaa que había pasado a nuestro bando corrió a socorrerlo, quizás hubiese ido, pero estaba anonadada por el último acontecimiento. Mi cuerpo temblaba y mis piernas no reaccionaban, si esas personas habían sido capaz de hacer aquello con los bandidos, no quería imaginar que harían con nosotros,

- Tengo miedo. – Dije por lo bajo. No sabía si Johann me había escuchado, pero el Bangaa nos pidió ayuda para luchar contra ellos. No sabía cómo lo haría, pues no tenía nada más que mi bastón para luchar y una batalla cuerpo a cuerpo no era lo mío. No sabía cómo reaccionar, si en un principio estaba orgullosa de no ser un estorbo, ahora estaba perdida pues lo era completamente. - ¿Qué hago? -

[Johann]

La situación había girado de forma drástica, aquellas cartas que el soldado vio en Mysidia aparecían de nuevo, pero en esta ocasión no se trataba de simples bromas, por lo que no podía asegurar que fuese obra del mismo sujeto, además, en esa ocasión era un par de figuras, lo cual ya expresaba una clara diferencia. Entendía que su compañera ya no contaba con esferas mágicas, por lo que simplemente le hizo un gesto intentando decirle que confiara en él, pero la aparición de los cuatro enemigos, y el posterior derribo del heroico antrolobo cambiaron la moral del grupo casi en su totalidad.

El de ojos grises intentaba mantenerse sereno, en aquel momento lo que menos podía hacer era perder la calma, sobre todo al ver a su preciada compañera de cabellos rosados, quien obviamente se sentía afectada por la situación, el primer movimiento del soldado fue acercarse a ella, entendía que así como aquel bangaa estaba cumpliendo con su papel, la maga seria crucial en ese momento, pero sobre todo, los sucesos en el pueblo de los magos hicieron que este le tomara mucha importancia a esa chica.

Se posó junto a ella, ambos se encontraban espalda como espalda, quería demostrarle que la veía como a una igual, y no solo como alguien a quien quería proteger aunque realmente lo quisiera – estoy aquí, no temas – musitó, mientras observaba todo el lugar, detallando a sus oponentes antes de que estos se acercaran a ellos, pero en ese momento se escuchó aquel – ¡Ceguera! – la viera había hecho uso de su magia, cegando por completo al soldado pero a su vez revelando el oficio que emprendía, ese hecho facilitaba un poco las cosas, pues permitía preparar una estrategia en base a ello.

- Primeros Auxilios – musitó el joven de cabellos azulados, haciendo uso de su habilidad para quitar aquellas partículas que afectaban a sus ojos, sacrificó una de sus cartas principales, pero no podía permitir que comenzaran la batalla en desventaja, giró hacia Luna, posó su mano sobre la de ella para tranquilizarla un poco y tras ello dio una pequeña indicación – ve por ella, puedes lograrlo – tras esto volteó inmediatamente, no podía dejar su espalda descubierta, y ese hecho era algo tan básico, que aquel esgrimista intentó atacar a la dama, pero la espada del soldado se atravesó en la trayectoria del ataque – tu batalla es conmigo – expresó mientras se colocaba en posición de batalla.

[Ixen Whedab]

Las cosas se habían puesto color de Hormiga, ahora sus enemigos eran más fuertes y estaban más capacitados, el heróico actuar de su camarada había acabado, junto con su rostro y cuerpo en el suelo, despues de que un Antrolobo cubierto por una armadura completa lo había estampado contra una pared. Afortunadamente el Bangaa que parecía estar ahora de nuestro lado lo protegía.. o eso esperaba Ixen.

La valiente pequeña de cabellos rosados al parecer había agotado sus esferas de magia, estaba indefensa, y se notaba evidentemente preocupada por la situación, despues de todo, la mejor herramienta de los casteadores son sus esferas y sin ellas están en clara desventaja y casi indefensos, Ixen esperaba no tener que protegerla y pudiese valerse por si misma, de no ser así o moriría o estarían en graves aprietos.

El soldado que los apoyaba parecía el más sereno de todos, por lo menos Ixen podía confiar en que alguien tomaba las cosas con frialdad y objetivamente, si es que el chico no había quedado en catatonia por lo sucedido, pero demostró estar dándole instrucciones a su compañera, por lo menos había alguien que pensaba y no atacaba a tontas y a locas, sin querer desmerecer a su heróico camarada Antrolobo... por el cual todos estaban metidos en esto.

El Bangaa se quedó con el Antrolobo armado, al parecer sabía muy bien como combatir a un enemigo ataviado con una armadura completa.
- Ustedes. Si pueden mantener a la viera ocupada, todos podrán luchar contra ellos con facilidad. Solo sepan usar la cabeza
El Bangaa tenía razón, si mantenían ocupada a la conjuradora, era provable que pudiesen afrontar a cada uno de sus contrincantes de manera individual, era la única ventaja que podrían darse el lujo de usar, pues no eran un equipo consolidado, el Bangaa al parecer podía sólo, Ixen no conocía a ninguno más que al inconciente Brask por ende no podría armar ningun tipo de estrategia con ninguno. Recordó a Renn y la estrategia para derrotar al Spectro, pero se centró rápidamente en su batalla actual. Al parecer el joven soldado y la chica, los Hume de su bando, se conocían y habían trabajado juntos antes, Ixen confiaría en que ellos podrían hacerse cargo de si mismos, debía evitar a toda costa que los enemigos formasen su estrategia.

La viera lanzó un conjuro de Ceguera, Ixen se puso pálido, era lo único que les faltaba una Maga Verde, pero el Caballero oscuro no había sido su blanco.
Al parecer el Soldado había recibido el ataque, pero tenía como despejarse la desagradable condición. El Espadachin los atacó casi en el acto, por ende, Ixen sólo se giró y encaró al Soldado Dragón.

Bajó su espada y puso su escudo por el frente, cubriendo su torso, el Soldado llevaba una lanza y un escudo, la única ventaja que podría usar el Antrolobo era, la distancia.
- Soy Ixen Whedab, Caballero oscuro de Macalania, y seré tu enemigo - Su respuesta fué un giro de lanza y una sonrisa sarcástica... no sacaba nada con presentarse con su enemigo, ya que éste no tenía la más mínima intencion de dar su nombre.


~~~~~~
Se lanzó contra su enemigo el que evidentemente lo esperaba con arma en mano, Ixen centró su atención en el antebrazo derecho, en el cual tenía la lanza, si se daba cuenta como lo movía sabría en que dirección apuntaría su arma y efectivamente se percató de que la punta iría a su pierna izquierda, bajó el escudo pero el Bangaa hizo un giro de muñeca y cambió la dirección, Ixen trató de reaccionar pero no fué lo suficientemente rápido o no lo logró a tiempo, logró agacharse pero la hoja de la lanza le hirió el hombro izquierdo, rajando en la parte superior un poco de piel y carne. Se había salvado por los pelos, literalmente, puesto que su gruesa piel había tal vez confundido el alcance del lancero.
Sea como fuere, logró entrar al espacio personal del enemigo, donde le sería más dificil al contrincante atacarlo con la lanza, se agachó un poco para no ser un blanco muy grande y chocó su escudo con el de su contrincante, el Bangaa tenía más fuerza que Ixen, pero el Caballero oscuro usó su peso y el tamaño para  poder suplir la diferencia de potencia, comenzaron a forcejear y quedaron enzarsados en cuerpo a cuerpo, Ixen trató de darle con su hoja oscura, pero el daño en el hombro le hizo perder fuerza, y no logró impactar a su enemigo, que ya estaba en alerta que los alcances de las armas eran distintos y estaba en clara desventaja. Trató de retroceder, pero Ixen avanzó e intentó no despegar su escudo del de su enemigo.
Su estrategia estaba resultando, pero debía acabar con el Soldado Dragón rápido, la situación podría cambiar de un momento a otro y el Caballero oscuro sabía que debía aprovechar al máximo la ventaja que tenía hasta el momento.
Tan sólo le hizo retroceder tres pasos, pero eran tres pasos más alejados de sus compañeros y de esa Viera maga verde, que era lo que más le preocupaba en el fondo.

[Brask Daeisk]

El joven antrolobo aún yacía inerte en el suelo, mientras el bangaa que había jurado protegerle se puso al frente de él, recibiendo algunos golpes del antrolobo acorazado. El bangaa parecía estar estudiando los movimientos del antrolobo acorazado mientras onduleaba su estoque. El antrolobo armado daba golpes y algunos fallaban, mientras que las estocadas que daba el bangaa eran certeras a la piel y a las aberturas en la armadura de éste. El bangaa estaba seguro, puesto que cada estocaba tintaba la armadura del antrolobo con más sangre. Eventualmente se desangraría y caería inconsciente al suelo, pero la espera se hacía eterna y el bangaa ya empezaba a sentir los síntomas de la fatiga.

El antrolobo acorazado aún no caía, parecía mas fuerte que antes, y el bangaa parecía ya agotado de tanta lucha. Al final, unos golpes dieron en él, dejándolo en el suelo justo al lado del antrolobo. Trató de levantarse, pero la fatiga no dejaba moverlo. El antrolobo acorazado se aproximó a ambos, pero no fijó vista en el bangaa, sino en el joven antrolobo. Soltó su escudo y tomó al joven antrolobo del cuello y comenzó a extrangularlo. Las muecas de dolor y la falta del aire en el joven antrolobo eran evidentes, y el joven antrolobo no pudo hacer otra cosa más que mover involuntariamente la cara. Las personas que aún no habían huido, gritaban en señal de pánico al ver como su héroe estaba a punto de quedarse sin aire. <<Cetus se convertirá... en en escenario del terror...>> Decía el antrolobo acorazado, quien comenzó a presionar más el cuello del joven antrolobo. El bangaa logró incorporarse para ver el gran error que hizo el antrolobo acorazado, el cuál fué dejar su escudo lejos. Con esfuerzo pisó el escudo y usó el impulso para mover el escudo lejos del antrolobo y ensartar su estoque en el yelmo del antrolobo, en una apertura que tenía para su ojo izquierdo. El plan del bangaa resultó a la perfección. Había soltado al joven antrolobo, había logrado que derramara más sangre y había logrado reducir su campo de visión para desorientarlo. Ahora solo faltaba hallar una forma de remover esa armadura, y lograr estudiar al contrincante era la mejor solución para lograrlo. <<Vamos a bailar, bastardo>> Dijo el bangaa mientras se movía de lado a lado, onduleando el estoque.

[Luna Lietti]

Pude ver la pelea desde detrás de Johann, Brask había caído y el Bangaa había ido en su rescate, la viera lanzó una magia contra Johann, pero pudo repelerla a tiempo. Aquel antrolobo de armadura gris atacó a Brask, por un momento creí que lo mataría si no fuese por aquel que se nos unió. Por otra parte, el lupino de nuestro bando ataco al soldado dragón de aquellos aparecidos, teniendo una pelea algo reñida. Debía ir a ayudarlos, no podía quedarme parada allí como si nada. Corrí con mi bastón hacia aquella viera, a toda prisa, sin magia que ocupar, mi arma era todo lo que tenía. Lancé un golpe, pero esta eludió fácilmente, su pie dio de lleno en mi espalda haciendo que me alejase de ella. Volví intentar el atacarla, pero esta sacó su martillo y lo llevó de lleno hacia mí, mi reacción fue cubrirme con mis brazos y mi bastón, pero aun así salí lastimada, cayendo al suelo un par de metros de donde se encontraba, se suponía, con quien debía batallar. El golpe había sido demasiado duro para poder levantarme, nunca antes había sentido este dolor en mis brazos, me dolían y al igual que mi pecho y el toser no ayudaba, deseaba levantarme, pero no podía. La viera me miró y solo de burló de mí, alzó su martillo hacia el antrolobo que se debatía a duelo con su compañero Bangaa.

- ¡Ceguera! – gritó sin más, había lanzado aquel hechizo para desmoralizar a nuestro equipo. Mis esfuerzos por levantarme eran inútiles, les había fallado. El Soldado dragón aprovecho aquello para darle un gran golpe al lupino. Ahora se había dirigido hacia el Bangaa que estaba ayudando a Brask. - ¡Incapacitar! – el antrolobo solo le dio un golpe, dejándolo herido y lanzándolo lejos. Johann era el único que quedaba a salvo, deseaba que huyera del lugar lo más rápido posible. - ¡Inmovilizar! – su ataque iba hacia él.
- ¡Detente! – grité y como pude le lancé mi batón, un esfuerzo inútil, pues no le habían llegado. La maga verde se volteó hacia a mí y rio.
- Idiota, tú te lo buscaste. ¡Toxis! – pude sentir como me debilitaba lentamente.

El hume que los acompañaba no había hecho anda más que observar la paliza que nos habían entregado, se acercó al lobo que se encontraba cegado por la viera y le enterró su espada en el abdomen, para luego reirse.

- Cetus caerá con gente como ustedes. – Los demás sujetos se fueron con el hume sonriendo y desaparecieron. La gente que estaba a nuestro alrededor había observado todo y nadie hacia nada.

Trataba de buscarlos a todos con la mirada, pero todo era muy borroso, no podía levantarme y me sentía mucho más débil, habíamos perdido de una manera horrorosa y sin nada que hacer.

[Johann]

Cada uno tenía sus batallas personales, o al menos eso se esperaba si querían tener oportunidad alguna en esa batalla, lo que no sabían, es que no tenían oportunidad. Para ellos el grupo no era más que un calentamiento, o mejor dicho, una carta de presentación, eso podía entenderlo el soldado mientras su corta batalla se desarrollaba, era ágil, pero no estaba ni cerca de llegarle a la par al esgrimidor al que se enfrentaba.

Sus armas impactaban cuando el de cabellos azulados lograba seguirle el ritmo durante instantes, leves fueron los cortes que este logró realizar, rasgando más que todo las vestimentas de este y haciendo lo que parecían más bien rasguños, entendía la diferencia entre ellos, pero no podía rendirse, no quería, menos frente a la maga que tanto le importaba, pero no pudo hacer nada cuando su rival realizó uno de sus golpes especiales - ¡Rigor! – tras musitar aquella palabra una serie de golpes impactaron de lleno en el cuerpo del guerrero de ojos grises quien sufría cada vez más daños, pero seguía intentando mantenerse en pie.

Fue en ese entonces cuando la ráfaga brutal de ataques de la maga verde se encargó de destrozar toda esperanza, el soldado intentaba moverse, pero se encontraba totalmente inmovilizado, en su rostro podían verse pequeñas lágrimas de frustración, sobre todo cuando la viera lanzó el hechizo toxico hacia la maga - ¡LUNA! – gritó en aquel momento, justo antes de que su oponente dijera aquella frase con la que acabaría por completo con él - es el fin ¡Jaque mate! – reflejó la luz de su emblema, dejando al de cabellos azulados inmóvil y en un estado de condena, no había nada que pudiera hacer para salvarla, para salvarse a sí mismo, fue completamente derrotado.

[Ixen Whedab]

La Batalla al parecer podía equipararse, Ixen daba lo mejor de si a pesar de tener un brazo herido, claramente intentaba darle pelea al Soldado Dragón, pero ese era sólo el comienzo de sus problemas.

Derrepente escuchó a lo lejos la voz de la Viera a lo lejos - ¡Ceguera! Todo empezó a nublarse y un scalofrío desesperante bajó desde la nuca del Antrolobo por toda su espina dorsal, hasta terminar en la punta de la cola.
Trató de mantenerse a la par y pegado al Bangaa usando el empuje de éste como guía para seguir manteniendose al lado de su enemigos, pero en un parpadeo dejó de sentir la presión que ejercía el oescudo de su contrincante, en un par de palpitares, a ciegas, pareció que la respiración durara una eternidad y de pronto un golpe seco y de potencia considerable en su costado lo desbalanceó hacia un lado e hizo que tuviera que usar una de sus rodillas de apoyo, estaba perdido, tocó el suelo y encontró piedras, buscó su espada y la consiguió casi un metro más allá donde se encontraba, cada grito y conjuro de la Viera que escuchaba le helaba la sangre, deseaba no ser el objetivo, y al parecer evidentemente no lo era.
Escuchaba como sus compañeros caían uno a uno, con cada conjuración de la maga, uno de sus camaradas quedaba fuera de combate, trató inutilmente acercarse a sus compañeros, en la oscuridad de un mundo de tinieblas, tenía esa desagradable sensación de haber vivido eso antes, y lo desesperante del sentimiento desde el fondo de su corazón de que estaba completa y absolutamente perdido.

Escuchó que alguien se acercaba riendo, trató de encontrarlo con su espada, no de manera amigable obviamente, pero sus cortes dieron al vacío, al aire que no le ofreció resistencia alguna para agitar su hoja en la nada.. depronto un gran dolor lo hizo apretar los dientes y gruñir, su abdomen había sido perforado. Cayó de rodillas, soltó su escudo y se cubrió el vientre con la diestra, la sangre manaba de su herida y no podia hacer nada, se enfureció y comenzó inutilmente a lanzar espadazos hazta que sus fuerzas comenzaron a menguar, con cada ovimiento brusco que hacía la sangre brotaba más y más.. y se le escapaba la vida por su herida.

Trató de buscar un aroma familiar pero lo único que encontró fué el olor de su propia sangre, algo negruzca por la oscuridad que llevaba en su interior...
Estaba perdido, la gente lo reconocía como un caballero oscuro, nadie le ayudaría, le tendrían miedo.
Se arrastró hacia una muralla, dobló en la esquina, dió un par de pasos y se apoyó en la pared, sus pies no lo llevarían más lejos.
De espaldas a la muralla, miró el cielo, aunque no pudiese ver nada y lentamente se desmoronó apoyado en la pared.
Mantuvo su vientre sujeto con ambas manos mientras jadeaba con la cabeza en alto, trataba de no ahogarse con su sangre.

Lo único que le quedó fué esperar... ¡Maldita Sea!... Nisiquiera había podido dejarse rendir a un desmayo.

[Brask Daeisk]

El bangaa ya le seguía el ritmo al antrolobo acorazado, y en un momento pudo descubrir los tirantes que sostenían su armadura y sin mayor detenimiento apuntó a ellos. Dos estocadas en uno de los tirantes hicieron que se desmoronara, y otras dos estocadas hicieron que la pesada armadura del antrolobo acorazado se cayera. Ahora con su torso desprotegido, el bangaa tendría más objetivos para atacar. Los ataques del antrolobo acorazado eran más rapidos por deshacerse del peso extra, que era su escudo y su pechera, pero el bangaa ahora hacía más daño con cada estocada que daba. El pelaje del antrolobo acoarazado cada vez más se volvía mas rojo con cada estocada y el bangaa pensaba que por fin la victoria estaba de su lado, hasta que miró a sus compañeros y en el estado que estaban. Preocupado por los demás, no notó que el antrolobo acorazado le había dado un golpe con el puño que lo había mandado unos metros más cerca del joven antrolobo. Luego, todos ellos procedieron a la fuga, incluido el herido antrolobo acorazado, dejando un charco de sangre por donde pasaba. La chica estaba envenenada, el hume estaba en condena, el antrolobo aliado estaba malherido y el joven antrolobo estaba inconsciente.

El bangaa estaba desesperado, no sabía que hacer y por cada minuto que pasaba, sentía que sus camaradas se ponían en un peor estado del que estaban. Sin ningún tipo de curandero o auxilio, el bangaa no sabía que debía hacer, hasta que... <<Diablos, hemos llegado tarrde, santo cielo Vandal, si hubiésemos llegado más rrápido>> Se escuchó una voz con un peculiar acento. <<Huff... huff... la próxima vez trata de correr con ésta armadura... es más difícil de lo que crees, Norm>> Otra voz, algo cansada se escuchó a lo lejos, esta vez se pudo identificar a un tipo de cabellos negros que portaba una túnica invernal y a un caballero totalmente armado con un diseño de colores negro y dorado. <<Tal parece que aquí hubo una masacre.>> Los hombres venían con lo que al parecer, eran dos magos blancos, dos magos negros y dos caballeros. Todos se aproximaron al bangaa, quien estaba tratando de cubrir al joven antrolobo de ellos, pero el tipo de cabellos negros solo puso una mano en el hombro del bangaa y dijo: <<Lo hiciste bien.>> Mientas se dirigía a los magos blancos diciendo: <<Vayan a currar a los herridos.>>

En un instante los magos blancos empezaron a atender a los heridos por órden de gravedad, mientras que ellos decían que solo podían curar las heridas internas. El joven antrolobo seguía inconsciente en el suelo. El golpe había aturdido cada parte de su cuerpo y el bangaa no sabía que debía hacer para despertar al aturdido joven antrolobo. El joven el cuál había salvado el joven antrolobo y su madre se aproximaron a él y le hablaron al bangaa. <<Debería quedarse en mi casa hasta que despierte. Es lo menos que puedo hacer por lo que ha hecho por mi hijo.>> El bangaa asintió y se llevo del lugar al joven antrolobo, con la ayuda del niño.

[Contenido patrocinado]