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Mensaje por Amalia Abagnale Mar Nov 17, 2015 3:57 am

Cuando volví de Balfonheim me estaban esperando, el capitán Edwards se encontraba junto a aquel hombre de la vez anterior. Al escuchar mi noticia no parecieron muy asombrados, no sería la primera vez que se escabullía. No mencioné para nada el asunto de los paladines de armaduras negras, pues si pertenecían a aquel hombre, ya estarían enterados que había participado en la fuga de Duesel, no sabía si corría peligro o no, después de aquella reunión caminé con cuidado, temía que me siguiesen y no tenía idea de cómo podría encontrarme con Duesel de manera anónima.

Los días transcurrieron hasta llegar el día, la semana había sido muy atareada, la ida hacia la mansión Abagnale no fue muy grata, mis padres no esperaban mi llegada, una gran discusión explotó al preguntarles sobre Jacob, se suponía que ellos habían contratado mercenarios para encontrarnos, aquella noche nos tomaron a los dos y nos sacaron de la habitación, me montaron a la carreta sola, lo último que recuerdo de él era su figura desapareciendo en la oscuridad. Una vez instalada en casa mi madre me dio la noticia de que había muerto y que mi lugar era con mi familia, lo cual era verdad, mi familia era él y ya no estaba, pero fui muy cobarde para seguirle al más allá.

Aún faltaban un par de horas para el medio día y no sabía qué hacer. Hoy me tocaba hacer rondas en el Aeródromo y sus cercanías, muy lejos de donde se encontraba el lugar acordado. Ya casi era la hora y lo lejos vi un soldado que se acercaba hacia mí.

- Teniente Abagnale, el capitán Edwards solicita su presencia en el cuartel, mientras tanto, yo tomaré su puesto en la guardia. – Una sensación extraña se apoderó de mí mientras caminaba hacia el cuartel, casi era mediodía y yo no podía ir al encuentro de Duesel.

Al llegar al cuartel el capitán Edwards se encontraba en su oficina sentado y leyendo unos papeles. Parecía muy sumido en su trabajo.

- Teniente Abagnale reportándose, señor. – Mi corazón no paraba de latir.
- Descanse teniente. La llamé por algo que me tiene algo preocupado. Se han reportado una serie de robos a caravanas algunos kilómetros de la Ciudad, con esta caravana serian 5 las sustraídas y las 2 ultimas pertenecen a su familia. – Así que por eso me había llamado, porque algunas caravanas robadas pertenecían a los Abagnale. – Necesito que se dirija al lugar del robo de inmediato, una carreta la estará esperando, un soldado irá con usted. Ahora, retírese, tengo mucho trabajo que hacer.

Me retire del lugar, me parecía que el capitán se comportaba de una manera muy extraña. Al salir del cuartel me topé con Sophia. Quizás ella podría ayudarme.

-Sophia, que haces aquí?, no se supone que es tu día libre?. –
- Sí, pero hoy habíamos quedado de ir a comer jutas, no lo recuerda? – Cierto, hace unas semanas había quedado con ella para ir a almorzar.
- Lo siento, no podré, ir a comer contigo, el capitán me acaba de mandar a las afueras de la ciudad, a la zona este a investigar sobre unas caravanas robadas de mi familia.
- Lamento escuchar eso. – yo no lo lamentaba. Al mirarla se me ocurrió una idea.
- Necesito que me ayudes, ve al bar séptimo cielo, necesito que te reúnas con un hombre acompañado de un antrolobo escarlata, su nombre es Duesel Hawkner y el lupino se llama Bowgar. Diles que vas de mi parte y si no te creen, menciónale a su esposa y que su guarida es un sótano. No le digas a nadie lo que acabo de decirte y ten mucho cuidado.
- Pero aquel hombre se supone que no lo habías encontrado. –
- Es una larga historia, ve con ellos y llévalos a tu cuarto en la pensión, que esperen mi regreso allí.-
- Entendido, confié en mi teniente. - Me dirigí hacia la salida y Sophia iría en mi lugar al encuentro de Duesel.

Sophia se encaminaba hasta el bar siendo muy sigilosa, al entrar al bar vio al fondo a un hombre misterioso y a un antrolobo escarlata tal como Amalia le había descrito. Se dirigió hacia la barra y tomó una charola y se dirigió hacia ellos.

- Les puedo tomar su pedido?. – Miró disimuladamente a su alrededor, a esa hora no era mucha gente la que había en el lugar. Se acercó un poco más a los desconocidos. – Me envía la teniente Abagnale.
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Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO] Empty Re: Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO]

Mensaje por Duesel Hawkner Mar Nov 17, 2015 6:04 am

Equipo y habilidades:


Había pasado una semana. No pude dormir la noche pasada. Estaba preocupado por lo que iría a pasar si ponía un pié en Solde Ruetha. Estaba preocupado de hasta donde había llegado la red de corrupción de la órden de caballeros... Ya tenía un disfraz preparado por Bowgan, así que, no estaba preocupado por que me descubriesen, pero aún así... tenía algo de miedo. Bowgan y yo estaríamos en bastante peligro si nos aproximamos, pero era el momento de acabar con esto de una vez por todas. El disfraz era simple: Unas botas de acero, Protectores de acero en mis piernas, una hombrera de acero y un guantelete bastante largo, tambien de acero. Mi torso estaría desnudo, pero es para completar un estilo de mercenario. Llevaba la funda de mi espada en mi espalda, ademas de un casco picudo, que ocultaba mi cara por completo. Bowgan llevaría parte de mi armadura en su mochila y yo llevaría otra parte en la mía. Partimos en la mañana, cuando aún no salía el sol desde Balfonheim. Nos tomó cinco horas de caminata llegar, pero llegamos antes del mediodía, para nuestra suerte no estábamos tarde. Al ver Solde Ruetha, sentí como si mi corazón se detuviese, al igual que mi respiración. Bowgan hizo una mención...
-Si quieres... aún podemos volver. - Esta vez más serio.
-No, yo acordé quedar con ella... no puedo tirar la toalla, no sabiendo que las cosas están como están. - Dije, entrando a la ciudad. Los guardias nos dejaron pasar sin ningún inconveniente, lo que me dió a entender que el disfraz había funcionado. Sin perder paso, debía llegar al bar Séptimo Cielo antes de que sea mediodía. No nos tomó mucho llegar, después de pedir indicaciones llegamos sin ningún contratiempo. Era mediodía, y yo me senté en una de las mesas del bar con Bowgan. Me quité el casco para que Amalia me reconociese y esperé pidiendo un trago. Pasaron los minutos y no había rastro de Amalia por ningún lado. Empezaba a preocuparme... ¿Realmente estuvo bien el haberla dejado sola?
Pasaron unos minutos más. Movía constantemente mi pierna y ya había tomado un trago y dos vasos de agua. Cuando ya estaba al borde de la preocupación, una chica se acercó a nuestra mesa. Inmediatamente me puse el casco. Ella nos preguntó por lo que queriamos pedir, le hice a Bowgan una señal de: "Quiero más agua" Asi que dijo - Un vaso de agua y un Martini imperial porfavor. - Dijo como si mi dinero lloviese de los árboles. Pero lo que ella dijo después despertó todos mis miedos. -¿Qué pasó con Amalia... está contigo? - A lo cual, Bowgan contestó: -¿Como podemos saber si te envío Amalia y no eres una espía? - "¡Diablos Bowgan!", pensaba mientras volví a guardar silencio.


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Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO] Empty Re: Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO]

Mensaje por Juez Gabranth Mar Nov 17, 2015 10:02 pm

Había llegado del Santuario de los cristales hace algunos días con una muy mala noticia, todo era un caos dentro del consejo de Solde Ruetha y mi llegada no había sido muy bien recibida por algunos Jueces y Concejales. Mis labores se restringieron a la Guardia de la Ciudad junto con Balfonheim, por lo que me venía bien, pues podía manejar mis asuntos privados más de cerca. Luego de la breve reunión me dirigí a mi despacho dentro de la Academia, decidí partir al cuartel vestido de Guardia Elite para no llamar la atención con mi armadura de Juez, muy poca gente conocía mi verdadero rostro y quería que aquella pequeña cantidad no aumentara. El caminar por Solde Ruetha fue cómoda, vi cómo se encontraba llena de vida, como aquellos días hace mucho, pero mucho tiempo atrás. Pasé al lado de unas jóvenes miqo’tes y ellas me saludaron muy cariñosamente, mi aspecto joven era llamativo, pero ¿cuánto tiempo duraría?

Debía saber cómo iban las cosas en el cuartel, hace algún tiempo se descubrió una red de corrupción y muy pocos habían pagado por ello, la colusión entre empresarios y fuerzas militares hizo que mucha gente cayera en la pobreza y fuera aislada de la ciudad a lo que hoy llaman “Suburbios.” Al llegar al cuartel, pedí orientación para llegar al despacho del Capitán Edwards, en ese momento vi a una soldado secretearse con una civil de melena violeta, quité mi vista de ellas pues estaba a pocos metros de mi destino. Al tocar la puerta sentí un leve grito, miré a ambos lados para ver que estuviera solo en el pasillo y traté de escuchar la conversación.

- No grites, podrían escucharte. –
- ¿Y cómo quieres que reaccione? Mandé a un soldado a su muerte por encubrir a tu hombre perdido, si quieres su cabeza, ve por él tú mismo. La teniente Abagnale es hija de mi amigo, como quieres que lo vea a la cara para decirle que murió al ir a un llamado mío, que es falso. –
- Hay que hacer sacrificios en la vida, además, me debes el favor. Salvé tu maldito trasero o ¿yo no lo recuerdas? –
- Lo recuerdo, por eso accedí a esto. –
- En cuanto llegue, el soldado que la acompaña y mis paladines oscuros de desharán de ella. Un soldado que es capaz de mentirle a su capitán, no es de mucha utilidad. Ahora nadie sabrá que estamos detrás de Duesel y que ella es su cómplice, poco a poco lo estamos acorralando, otra perdida en su vida hará que se desmorone. Lástima por la chica, era muy linda y su cabello escarlata era precioso.

La risa de este último hombre me repugnaba, habían planeado la muerte de una chica solo para dar un golpe bajo, sin importar nada. Yo había cambiado y debía demostrarlo con hechos. Ahora debía encontrar a una joven de cabello escarlata, igual que la soldado que cotorreaba con la civil, ella debía ser su blanco. Salí corriendo del lugar, debía encontrarla ahora o a su amiga, no sabía el paradero de ninguna de ellas. Si preguntaba por ellas sospecharían de mí, así que corrí hacía la plaza de las puertas para encontrarla, pero no las hallé.

- ¡Maldición! – Miré hacia todos lados y divisé a la chica del cabello violeta, la niña había entrado a un bar. Sin más me lancé hacia allá y al entrar vi como hablaba con dos viajeros, me acerqué a ella y la giré hacia mí, interrumpiendo su conversación, cualquiera que fuera. – Tú, dime ¿dónde está la soldado que estaba contigo en el cuartel? – mi manera exaltada parecía haberla asustado.
- No sé de quién me está hablando. – Dijo la chica de cabellos morados. – Yo no estuve con… - La interrumpí de golpe al saber que me estaba mintiendo.
- No hay tiempo para esto, la teniente Abagnale, la chica de cabello escarlata, van a matarla. Va directo a una emboscada. – La niña dejó caer su charola al suelo al llevarse sus manos a su boca. – Dime, ¿a dónde se dirigió? –
- A-A la salida este, dijo que iría unos kilómetros de la salida este. –

Sin más salí arrasando del lugar lo que hubiera a mi paso hacía la salida este. No podía dejar que una inocente muriera otra vez, ya habían muerto muchos por mi culpa. Al llegar a la salida, cogí un chocobo del establo, su dueño, un pequeño Moguri, me gritaba para que se lo devolviese, por lo que le lancé mi sacó de dinero y seguí mi camino. A lo lejos divisé un camino de tierra, debían ser ellos, así que apresuré el paso del chocobo. Vi como por los costados de la carreta se acercaban jinetes de armaduras negras en chocobos del mismo color, sus capaz rojas flameaban hacia su objetivo, cinco armaduras divise, seis más el soldado que llevaba la carreta, al parecer se estaban asegurando de que fuera una muerte rápida.


Última edición por Juez Gabranth el Mar Dic 15, 2015 8:18 pm, editado 1 vez
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Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO] Empty Re: Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO]

Mensaje por Amalia Abagnale Miér Nov 18, 2015 1:04 am

Subí a la carreta y emprendí viaje junto al soldado. Iba muy callado y miraba cada cierto tiempo hacia los lados. El sol pegaba muy fuerte y se encontraba en el punto más alto, el calor era algo sofocante, ya que el viento era casi nulo. Miraba hacia adelante, tratando de encontrar alguna caravana, pero no había nada. Mientras nos dirigíamos a nuestro destino, pensaba en cómo le había ido a Sophia, ella era alguien de mi confianza, sabría convencer a Duesel y explicarle de mi desafortunado incidente, dentro del cuartel era la única en quien podía confiar. Estaba ansiosa, solo quería terminar esto e ir con el veterano a ver a aquel capitán en donde encontraría respuestas, si algo grande se venía, debía estar preparada.

Luego de media hora de viaje la carreta se detuvo, al fin habíamos llegado. Bajé del transporte y comencé a buscar con la mirada vestigios de las caravanas.

- ¿Estás seguro que es el lugar correcto, soldado?. – Éste aún no se bajaba del carretón. – ¿Soldado?. – Al percatarme, una polvareda hacia el costado de aquel infante se acercaba hacia nosotros, al voltear, también venían de mi lado. – Soldado, prepárese para la batalla, los bandidos vienen a por nosotros. – Desenvaine mi espada, tome el escudo que estaba en la carreta y al voltear, mi compañero se balanceaba hacía. - ¡Qué demonios!. – Logré cubrirme con mi escudo, pero caí al suelo. - ¡¿Qué se supone que está haciendo soldado?!.
- Al capitán no le gustan las perras mentirosas y tú eres una de ellas. ¿Creías que olvidaríamos lo que nos hiciste en Balfonheim junto a ese viejo y su mascota?. Ahora dime, ¿quién va a salvarte de está?.

Al mirar hacia atrás, vi chocobos negros y sus jinetes eran aquellos paladines oscuros que nos atacaron hace unos días. El capitán Edwards tenía que ver en esto, eran sus hombres y habían descubierto mi mentira, Duesel estaba en peligro y debía irse de Solde Ruetha lo más rápido posible.

- Ahora prepárate para morir. – Un nuevo ataque vino del soldado, lo evité con mi espada tirándolo hacia atrás, como pude me coloque de pie y comencé a batallar contra el falso infante. Miré hacia un costado para ver a los paladines, los cuales estaban casi en frete de nosotros, pero aquella imprudencia fue un error, sentí como mi pierna se rasgaba, un ataque en el muslo hizo que cayera de rodillas al suelo y el grito que di hizo sentir a mi oponente el dolor que sufría. – Así quería verte, de rodillas. – Apoyé mi espada en el suelo para sujetarme.

Sentí las risas de sus cómplices y al levantar mi cabeza estaba rodeada por ellos. Eran muchos, seis en toral, quizás los mismo seis que enfrentamos en Balfonheim. No bastaba solo con uno para eliminarme, tenían que ser seis de ellos. Pude ver la espada de uno de ellos acercándose por el frente y la rechacé como pude, aun de rodillas en el suelo.

- Vaya, aún tiene fuerzas maldita. – comenzó a reír a carcajadas. Aquella herida en mi pierna izquierda sangraba mucho.
- Veamos si puedes con un ataque… - Sentí mi espalda casi partirse en dos. – trasero. – Volvieron a reirse  carcajadas. No podía mantenerme ya en pie, así que dejé mi cuerpo caer al suelo, podía sentir como mi sangre caliente brotaba de mis heridas y rodaba por mi cuerpo. Uno de ellos se acercó y me tomó del cabello.
- Que desperdicio de mujer, debiste haberte quedado en casa con tu mamita jugando a ser una dama, en vez de venir a jugar con espadas, no sirves para esto. No debiste haberte metido en asuntos que no eran tuyos. Ese viejo debió haberte matado ese día en el bar, tu solo eras la carnada para encontrarlo, en Balfonheim y ahora en Solde Ruetha, tu trabajo ya está hecho. – Me lanzó al suelo nuevamente y me pateó el pecho. Comencé a toser sangre, mi vista se estaba nublando.

Quizás ese era mi destino, morir de aquella manera, tal vez esa era una manera justa de morir por lo que le ocurrió a Jacob, el murió por mi culpa, ahora por fin podríamos estar juntos.

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Mensaje por Duesel Hawkner Miér Nov 18, 2015 2:34 am

Bowgan controlaba bien la tensión, mientras yo intentaba no sucumbir ante ella. El corazón me latía a mil por hora, sudaba, y eso se notaba por la poca ropa que llevaba. La camarera mencionó a mi esposa y que nuestra base era un sótano... "Maldita sea Amalia, por que tenías que decirle eso!" Pensaba con la cara completamente roja. Pero una cosa estaba clara... el hecho de que Amalia no estaba aquí me daba un mal presentimiento. Bowgan me vio tenso y trató de calmarme.
-Tranquilo, ella estará bien, volverá antes de que te des cuenta. - Pero aún así, no podía evitar presentir que algo estaba mal... Al poco tiempo un tipo de cabellos dorados se acercó, lo peor de todo, es que preguntaba donde estaba Amalia. El dolor fantasma volvía, mis miedos cada vez crecían más, pero una frase de ése hume gatillo la bala de la desesperación.
-No hay tiempo para esto, la teniente Abagnale, la chica de cabello escarlata, van a matarla. Va directo a una emboscada. - Esa frase hizo que se me acelerara el corazón y que me recorriese un escalofrío por la espalda. Reaccioné unos segundos despues para mirar al rubio, que rápidamente había salido por la puerta delantera. Nos llevamos a la camarera para que no hubiese represalias contra ella. Bowgan, la camarera y yo le seguimos sin hacer preguntas. El rubio, en agilidad, logro sustraer un chocobo de un establo y nosotros hicimos lo mismo. Le dije a la chica que se agarrase fuerte a mi, saque el casco de mi mochila, lo arrojé al lado del moguri y grité desde lejos:
-¡ESE CASCO VALE MIL GUILES! ¡QUÉDATE CON EL CAMBIÓ! - Y seguí al misterioso tipo hacia las afueras. Cuando llegamos a donde estaba la carreta vi una escena para nada placentera... Seis tipos, los tipos de las armaduras negras, para ser precisos, rodeando a una pelirroja, estando ella ensangrentada. Entré en cólera y cargué. Salté del chocobo y logre tomar por sorpresa a uno, perforando su rodilla con mi espada. Era increible lo ligero que era sin llevar una tonelada de armadura. El tipo se desmayó por el dolor, pero los otros cinco llamaron su atención hacia mi, en ningún momento me quité mi yelmo, y con un paso logré cargar a Amalia en mis brazo izquierdo mientras sostenía mi espada con el derecho.
-¿Qué? ¡¿Quien diablos eres tú?! - Dijo uno de los soldados. Yo no respondí, no iría a decirles mi identidad, ya que si sabían quien era, podían enviar refuerzos. - Perfecto... ¡Entonces morirás en silencio! - Dijo uno de los tipos, cargando contra mi. Logré parar su estocada con mi espada, pero uno de ellos a traición me golpeo por el lado, y para proteger a Amalia de la estocada tuve que comerme el daño de lleno. Un corte en horizontal dejó una marca de sangre en mi pecho, la cual corto la funda de mi espada, tirandola en el suelo. Le hice una señal a Bowgan para decirle que se fuera, era muy peligroso para la camarera, asi que tomó un chocobo y se fueron lejos. El corte no me hizo retroceder, es mas, el corte me dió más motivos para seguir adelante, seguir protegiendo a Amalia, sea cual sea el costo, y jure a mi mismo en ese momento el no ir al otro mundo hasta que cada uno de ellos resulte herido por lo que nos hicieron a los dos
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Mensaje por Juez Gabranth Miér Nov 18, 2015 4:27 am

Podía ver la carreta y aquellos hombres rodear a la chica, podía ver a la distancia como la herían con sus espadas cobardemente sin ella poder defenderse.

“¡Cobardes!”

- De prisa, ave inservible, ¡ve más rápido!. – Sentía que no avanzaba nunca, hasta que vi pasar por los aires al hombre que se encontraba en el bar, pero con su rostro tapado. Se abalanzó hacia uno de los soldados hiriéndolo. Tomó a la chica y trato de llevársela, pero fue herido en el camino. Salté del chocobo y me lancé hacia la horda de mal nacidos, con mi espada logré evitar otro estoque para el hombre misterioso y una vez al lado de ellos, comencé a agitar mi espada para evadir cualquier ataque.

- Yo los entretendré, tú trata de sacarla de aquí, llévatela. – Comencé a atacarlos, aun cuando me superaban en número. El mercenario siguió luchando fieramente, hasta que lo desarmaron, tenía a tres paladines rodeándome y esquivando sus ataques, esto era un caos absoluto. No podía moverme y tampoco podía defenderlos. A mi lado llegó otra espada para defenderme, era la chica a la cual había seguido para saber el paradero de la soldado. Al parecer no era una chica corriente. Comenzó a moverse ágilmente y a luchar con los paladines a mi lado, así ambos comenzamos a dar de baja a algunos y a defender a la chica y quien la protegía, pero éste no estaba solo, un antrolobo peleaba para protegerlo.

Mi espada chocó con una de los paladines, le di un golpe con mi cuerpo para hacerlo retroceder y mi espada dio de lleno en su garganta. Pide ver la mirada de la chica de cabellos violeta algo aterrorizada, pero hacia lo correcto, ellos atacaron a traición a la soldado y si los dejábamos ir sabrían de nosotros y nos buscarían para matarnos y terminar el trabajo con la teniente. Me lancé hacia el soldado oscuro con el que luchaba la muchacha y enterré mi espada en su pierna, esté cayó al suelo y clavé mi espada bajo su armadura. Podía ver la sangre deslizarse en mi espada y caer en mis manos.
- Son ellos o nosotros. – Dije mientras la miraba. – Tu turno. – Salí a ayudar al antrolobo quien luchaba contra dos soldados más. Tomó a uno de los soldados y arrancó parte de su cuello con sus dientes dejándolo caer al suelo, podía ver su hocico manchado de sangre. Tomó con sus garras al soldado restante y me acerqué a éste enterrándole mi espada en su espalda, cayó de rodillas al suelo y el lupino lo remató rajándole con sus garras el cuello. La muchacha se encontraba luchando con el paladín hasta que le dio el golpe de gracia en su pecho. El soldado cayó con la espada clavada, me acerqué y enterré mi arma en su cuello y le di una pequeña media vuelta, luego la arranqué y la envainé. Tomé la espada de la joven y se la entregué. – Ten, luchaste bien por la vida de tu amiga.

Sin más el lupino ayudó al mercenario a cargar a la teniente, la chica corrió hacia ella, no supe hasta que me acerqué que estaba moribunda.

- Debemos llevarla a la ciudad a que la vean, si no lo hacemos morirá. –
- No podemos dirigirnos a la ciudad, es muy peligroso, si la ven, levantará sospechas y podría ser peor, tanto para ella como para nosotros.
- ¿E-Entonces qu-que es lo que po-podemos hacer?. – tartamudeó el cachorro.
- Sé dónde llevarla y donde podremos escondernos sin ser descubiertos. – Me acerqué al chocobo y lo amarré a la carreta. – Suban a la carreta, los llevaré a todos hacia aquel lugar, estaremos a salvo allí.

Sabía dónde llevarlos exactamente, en aquel lugar estaríamos a salvo de cualquiera. Sabrían que la chica estará con vida, pero no de quienes la ayudaron. Buscaran a su amiga, ella también tendrá que quedarse y sobre aquellos otros dos, hablaría con ellos una vez todos a salvo.
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Mensaje por Amalia Abagnale Miér Nov 18, 2015 10:06 pm

Sentía como me apagaba lentamente, mi respiración era cada vez más lenta y ya casi no sentía mi cuerpo. Todo lo que veía era lejano y borroso, sus voces se sentían lejanas, no sabía si se encontraban hablando, gritando o riendo. A pesar de todo, aún estaba viva. De pronto, de la nada, uno de los paladines oscuros cayó en frente de mí, no sabía que ocurría y no tampoco tenía fuerzas para poder ver que ocurría a mí alrededor. Sentí como alguien trataba de levantarme y ayudarme a salir de allí, pero no podía moverme. Al querer ver de quien se trataba mí vista algo borroso vio un casco en su rostro, haciendo de aquel hombre alguien anónimo. No sabía quién era y que hacia allí, si trataba de ayudarme, lo lastimarían o peor aún, lo matarían. Uno de los paladines dio con él y lo hirió, haciendo que ambos nos tambaleáramos, pero aun con aquel ataque hacia él, consiguió volver a estabilizarse y no dejarnos caer.

- Yo los entretendré, tú trata de sacarla de aquí, llévatela. – Una voz se hizo presente, nunca antes la había escuchado, al parecer aquel hombre que me sostenía no se encontraba solo, solo podía ver de manera borrosa el traje blanco de aquel otro sujeto, ¿cuantas personas habían venido a ayudarme?, aunque en mi condición, su esfuerzo sería en vano. No quería que nadie muriese por mi culpa y menos gente que no conocía.
- Por favor, déjenme aquí y váyanse. – dije jadeando y con dificultad. – No deben hacer esto por mí. – Traté de zafarme de aquel hombre, pero había gastado todas mis fuerzas en aquellas palabras.
- ¡Teniente, por favor, resista!. – aquel grito llamo mi atención, se trataba de Sophia, entonces aquel hombre que me sostenía podría ser ¿Duesel?. Enfrente de mí, una mancha carmesí se había posado y comenzó a luchar contra los paladines oscuros.

Sophia, Duesel y Bowgart habían venido a mi rescate, pero no sabía de quien trataba la cuarta persona que luchaba por mí. Podía escuchar las espadas chocando, la piel de los soldados desgarrada por el antrolobo y los quejidos de los atacantes. Solo pedía que ninguno de ellos saliera lastimado por mi culpa. De la nada, todo fue silencio, no sabía que ocurría, ¿habían fracasado? O ¿habían salido victoriosos?. La voz de mi compañera me dio a saber que había ganado esta pelea.

- Debemos llevarla a la ciudad a que la vean, si no lo hacemos morirá. – Sophia parecía asustada.
- No podemos dirigirnos a la ciudad, es muy peligroso, si la ven, levantará sospechas y podría ser peor, tanto para ella como para nosotros. – la voz desconocida se alzaba por la de ella.
- ¿E-Entonces qu-que es lo que po-podemos hacer?. – dijo Bowgart.
- Sé dónde llevarla y donde podremos escondernos sin ser descubiertos. Suban a la carreta, los llevaré a todos hacia aquel lugar, estaremos a salvo allí. – Nuevamente esa voz resaltó en mi mente y nos llevó hacia un lugar seguro.

La carreta iba a toda prisa y aun cuando sentía dolor, traté de no transmitirlo hacia las personas que me habían salvado para no preocuparlos más, pero las lágrimas brotaban de mi sin yo poder detenerlas.

- Ten más cuidado, su herida en la espalda se ha abierto. Ayúdeme a voltearla. – Dijo Sophia seguramente a Duesel.

Sentí como la tela de su vestido favorita se hacía añicos y trataba de tapar mi herida. Luego hizo un torniquete en mi pierna para que dejase de sangrar. No sabía que si lograría llegar con vida hacia donde quiera que nos dirigiéramos, pero si antes había aceptado mi destino la cual era la muerte, ahora me estaba aferrando a la vida más que nada por aquellos que lucharon arriesgando sus vidas por mí para salvarme.

- Muchas gracias… Lo siento mucho. – Fue último que dije antes de perder la razón.
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Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO] Empty Re: Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO]

Mensaje por Duesel Hawkner Jue Nov 19, 2015 12:03 am

Mis miedos pronto estaban bajando. El rubio trataba de atacar y yo trataba de defenderme lo mejor que podía, pero una estocada por la espalda me hizo soltar el arma del dolor. Aún asi, abandoné mi espada y traté de moverme, pero uno de ellos me dió una patada, tirandome al suelo de espaldas, pero en ningún momento solté a Amalia de mi brazo. Sin más que pudiese hacer, la abracé fuerte, para asi cubrirla de todos los golpes, recibiendolos yo en su lugar. Estaba preparado para morir en ese momento... pero...
-¡NI CREAS QUE TE DEJARÉ MORIR AQUÍ SOLO DUESEL, TENÍAMOS UN CONTRATO! - Dijo alguien de una voz conocida. Era Bowgan, con la camarera, esta vez armada con una espada. Cuando los vi a ambos, sentía mis esperanzas renovadas, pero al ver la masacre que causaba el rubio, me sentí un poco intimidado. Si ellos mueren habrán preguntas, buscarán responsables y toda la culpa caería en la joven que tengo en mis brazos... no podía hacerle esto a Amalia. Pero mientras más masacre veía, menos entusiasmo tenía de que eso fuera realidad. Al final, el campo se convirtió en un camino de cadáveres y sangre. Amalia seguía en mis brazos y eso era bueno, pero la pobre necesitaba atención medica rápido. La camarera sugirió llevarla a un hospital, pero sería muy peligroso acercarse a Solde Ruetha, en especial después de la masacre causada aquí.
-E... entonces... ¿Q... qué es lo que po... podemos hacer? - Nunca creí que en mi vida el tartamudeo de Bowgan tendría importancia en este momento. Estábamos fuera de peligro, o al menos eso creía. Amalia aún seguía mal herida y si no era tratada rápido... podía morir... Estaba absorto en la desesperacion y en la impotencia en ese momento que el rubio tuvo que llamarme la atención para subir a Amalia al carruaje. Bowgan me ayudo a cargarla al carruaje, despues de todo, con un brazo herido no podía hacer mucho por mi cuenta.
-Buena carnicería, ahora si estamos en problemas... - Bowgan me miró algo extrañado.
-¿Po... porqué? Duesel, eran ellos o no... nosotros... - Interrumpí a la mitad, me daba un poco de repulsión ver el hocico de Bowgan así
-Primero, lava esas manchas de sangre de tu cara. Lo explicaré todo por el camino.
Ya era un error bastante obvio llamar camarera a la soldado. Me ayudaba con mis heridas y las heridas de Amalia. Entre mas trataban de curarme, más quería que se preocupasen por Amalia. Al final, perdió el conocimiento y no se me ocurrió una mejor manera que acomodarla a mi lado. Su pulso, su respiración era débil, lo que me hacía ponerme mas tenso y culpable. "Si hubiese ido junto a ella, nada de esto hubiese sucedido" Pensaba mientras veia como la carreta se movia. -Lo siento Amalia, te metí en toda ésta pesadilla... y ahora todo va a empeorar... - Callé por unos segundos. Todo lo que iría a pasar ahora iba a ser culpa de todos y las más afectadas seran ambas soldados. Debíamos recapitular nuestros planes de una vez por todas. Me quite este casco, ya no lo necesitaba.
-Sea como sea, ahora esta chica debe estar muerta. Tambien tu soldado. Debemos hacer un falso rumor para protegerlas a ambas y, asi puedan pasar desapercibidas. Lo único malo de todo esto es que nuestras posibilidades de hablar con Valseik el centinela... parecen haberse esfumado con las antiguas vidas de las jovencitas...
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Mensaje por Juez Gabranth Jue Nov 19, 2015 5:15 am

Una vez todos dentro de la carreta emprendí viaje hacia el único lugar seguro que conocía, en donde estaría rodeado de amigos y gente que nos protegerían, los Suburbios de Solde Ruetha, un lugar en donde la gente más humilde de esta república se encontraba.

Podía escuchar como la chica me reclamaba por la velocidad, pero debíamos llegar lo antes posible a nuestro destino. Aquel hombre le reclamaba a su compañero el actuar durante la batalla, al parecer el que hayan muertos esos paladines le había afectado más que el hecho mismo de que aquella soldado estaba muriendo.

- El antrolobo tiene razón, éramos ellos o nosotros. – Dije mientras conducía la carreta. – Además hizo un excelente trabajo y salvó tu pellejo mientras nosotros luchábamos. Deberías agradecerle. – Realmente no lo entendía, he luchado muchas batallas y guerras y lo sabía perfectamente que lo que habíamos hecho allá atrás era lo correcto. Todos actuamos de la manera correcta para salvar a la teniente. Mientras hablaba miré hacia atrás, las heridas de la muchacha estaban siendo atendidas por su amiga, la cual también trataba al mercenario.
-Sea como sea, ahora esta chica debe estar muerta. También tu soldado. – Miró a la chica de cabellos violeta. - Debemos hacer un falso rumor para protegerlas a ambas y, así puedan pasar desapercibidas. Lo único malo de todo esto es que nuestras posibilidades de hablar con Valseik el centinela... parecen haberse esfumado con las antiguas vidas de las jovencitas.
- Te equivocas. – Dije de manera tajante. – Mientras no vean sus cuerpos, seguirán vivas para ellos y no descansarán hasta encontrarlas. Al lugar al que nos dirigimos estarán todos a salvo, nadie los buscará allí, te doy mi palabra, cuento con gente suficiente para protegerlos. Y sobre a Valseik, El centinela, ya veremos cómo hacerlo, creo que podré ayudar en ello, siempre y cuando me digan porque deben hablar con él. En lo que sí tienes razón es que las vidas antiguas de estas jóvenes se han terminado. – De alguna manera podría ver qué hacer con ellas, pero lo que realmente importaba ahora era salvar a la chica de cabellos de fuego. Quizás como Noah, no podría hacer mucho, pero como Juez Gabranth podría hacer mucho más y averiguar todo lo que había detrás de esto. – Ahora, lo que me llamó la atención es eso de que por ti ella entro en esta pesadilla. Explícame qué relación hay entre ustedes dos, pues nadie en su sano juicio se arriesga por otra aun cuando signifique perder su vida. – Lo decía quien había salido corriendo en su búsqueda como loco.

Habíamos llegado a los suburbios, me dirigí por unas calles hasta una casa algo abandonada, constaba de dos pisos, allí afuera un hombre me recibió y tomó a los chocobos y los llevó a la parte trasera. Otros dos se me acercaron algo sorprendidos.

- ¿Por qué se encuentra manchado de sangre?, ¿qué le ocurrió, señor?. –
- No hay tiempo, traigo a una gente atrás y dos de ellos están heridos, la muchacha está muy grave, no sé si sobreviva. – Me bajé de la carreta y me fui a la parte de atrás, los miré a todos. – Aquí estaremos a salvo, ellos los ayudaran. – Miré a mis compañeros. – Tómenla y llévenla arriba y llamen a George para que atienda sus heridas. – Me acerqué a los que ahora eran mis invitados. – Por favor, síganme.

Los dirigí adentro de la casa, mientras veía como se llevaban a la muchacha al segundo piso.
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Mensaje por Amalia Abagnale Jue Nov 19, 2015 9:58 pm

Desperté con mi cuerpo adolorido, ello indicaba que no estaba muerta. Traté de levantarme, pero no pude, solo me volteé para ver el lugar en donde estaba, pero estaba oscuro. La luz de la luna daba de lleno en mí, pues a mi espalda se encontraba una ventana.

“Después de todo, sobreviví”

Realmente no podía creer que aún seguía con vida, de verdad creí que moriría. Todo había sido muy confuso, el capitán Edwards había mandado a matarme por haberme entrometido ocultando el paradero de Duesel. Este último junto a Bowgan y Sophia habían venido a mi ayuda y también estaba ese desconocido, quizás es amigo del veterano y Bowgan, pero aún me quedaba la incógnita de cómo habían logrado localizarme. Los paladines oscuros habían muerto incluyendo al que vestía con la armadura de guardia, ello quería decir que sabrían que aún me encontraba con vida y no dejarían de buscarme y lo peor es que había involucrado a Sophia, quien no tenía nada que ver con esto. Había acabado con su sueño, todo por haberla involucrado inconscientemente en este asunto, aunque de haber sido así, hubiese muerto de seguro. Me sentía pésimo por ello. Algo llamó mi atención, un leve movimiento a mis pies llamó mi atención, al verla bien era ella, Sophia se encontraba dormida en una silla cubierta por una manta. Velaba por mí, ¿Cuánto tiempo habrá estado cuidando de mí? Realmente era una persona increíble, pero no tan solo ella, Duesel y Bowgan también me habían ayudado, aunque ello implicara revelar  su paradero. Quizás ya habían abandonado la ciudad, era lo mejor para ambos, esconderse  y estar a salvo. Ahora no sabía que pasaría conmigo, no sabía con qué me encontraría al enterarse de que había recuperado el conocimiento. ¿Qué es lo que haría de ahora en adelante? ¿Venganza? Quizás ello me ayudaría, deseaba enfrentar al Capitán Edwards y poder entender todo. Sentía una gran furia y odio por haber tratado de asesinarme, pero yo no era ese tipo de persona aunque sentía que parte de mi murió en aquel lugar, lo sentía así. Solo deseaba recuperarme pronto para poder ir tras él y de quien fuese para llegar al fondo del meollo.

Después de estar unos minutos pensando me volteé hacia la ventana para ver la luna, entonces pude sentir un ruido que se dirigía hacia mi, alguien se acercaba.
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Mensaje por Duesel Hawkner Jue Nov 19, 2015 11:57 pm

Estuvimos en esa carreta por al menos una hora. En esa hora el rubio me hizo un simple pregunta... ¿Cuál es la culpa que tenía yo en todo esto? Parecía no comprender mi situación, nadie lo haría... Guarde silenció, no debíamos hablar por el camino hasta llegar, aunque no esperaba este destino... Quien diría que el lugar más seguro sería el lugar que me vio nacer, los suburbios. Casi me hizo recordar tantas cosas, los lugares que solía visitar de niño, mi antiguo hogar, mis padres, mis vecinos, mis amigos... No quería ponerme nostálgico, así que Bowgan me ayudó a bajar del carro hasta la casa en la que nos quedaríamos. Llevaron a Amalia hasta el segundo piso. No me sentía cómodo con este traje que revela casi el cien porciento de mi torso, así que llevé mi armadura arriba y me cambié en la habitación anexa. Una vez poseia mi armadura otra vez. Bajé al segundo piso. Tenía muchas cosas que hablar con el rubio, muchas cosas que tratar sobre nuestros destinos, sobre lo que va a pasar ahora con el destino de la guardia de Solde Ruetha.
-Bien, responderé a todo brevemente - No me sentía cómodo, francamente ni siquiera sabía si debía confiar en este misterioso tipo, pero nos salvó, nos salvó a mi y a Amalia. Solo espero que sea confiable - Sobre lo que dices, pues sí, las buscarán... por asesinato a seis guardias. Ellos no son tontos, de seguro serán los primeros en llegar ahí y vestir los cuerpos con armaduras de guardias. - Hice pausa por un segundo para pensar un poco... ¿No habrá una manera de proteger a estas chicas? No lo se en este momento, pero pensar en algo me desviaría del punto. - Bueno, no espero que lo sepan, pero ¿Alguno de ustedes recuerda que sucedió en la guerra oscura? Yo nací antes de eso, pero me sé la historia de memoria. Hace cincuenta años hubo una batalla... una batalla por la vida de cada ser viviente en Cetus. Las sombras, que todo querían consumir se alzaron en el cielo, usando los espiritus de los difuntos para causar terror y estragos en cada ser viviente y todo, de pronto fue oscuridad y caos. Tanto guerreros, como los jueces cayeron en la desesperación, pero donde hay oscuridad, hay luz. Los jueces eran astutos, uno de ellos propuso usar la energía de los espers para derrocar las sombras de una vez por todas. Así fue, los espers usaron todo su poder a su alcance para sellar la oscuridad y volver a traer luz a nuestras vidas. En si, esta historia no tiene mucha importancia en nuestra situación. Lo que importa de ésta historia es sobre esos espers, y lo que les pasó... luego que ayudarnos, se convirtieron en ciristales, cristales que tienen mucha relación con mi condición actual. - Pause un poco, de ese incidente tuve el recuerdo más doloroso de mi vida, pero si bien la información servía de algo, valdrá la pena cada mal recuerdo. -Hace unos diez años, recibí una orden directa de los consejeros del senado, por ser el más confiable entre las filas y mi calidad como el guerrero de "Obsidiana", me enviaron a una misión en secreto. La idea era acabar con un acto de corrupción de una red de contrabando, la cual estaba conformada por altos miembtos de la aristocracia de Solde Ruetha... pero no tenía idea de que la mayoría de la red de contrabando estaba conformada por altos generales de la guardia, muchos de ellos camaradas con los que había luchado codo a codo. Tenían como objetivo los cristales que contenían a esos espers. Planeaban venderlos en el mercado negro, mas no pudieron gracias a mi. Como pude, logré desbaratar sus planes, y gracias a eso, logré escalar rápidamente en filas... pero... - Pause, mi cara se tornó triste y las palabras no querían salir. Al final, no dije nada por unoas segundos. -Listo, esa es toda la información que tengo. Si me buscan, es por la información que tengo, y gracias a que ella me encubrio, también la metí a este peligro... - "Amalia... todo esto por encubrirme... ¿Por qué?" Pensaba mientras me preguntaba si Amalia aun seguía bien... no era facil preocuparse por otra cosa...
-Voy a ver como está... - La preocupación me comía, no podía quedarme quieto sin saber como estaba.
-Pe... pero Duesel, deberíamos darle tiempo de recuperarse. - Interrumpió Bowgan.
-Lo siento, pero tengo que saber como está - Mientras me levantaba de mi silla e iba al segundo piso. Había pasado ya bastante tiempo y aún no nos había dicho nada la amiga de Amalia. Abrí lentamente la puerta del cuarto y vi en su interior.
-¿Amalia? - Al entrar, ella seguía ahi, recostada. Aún respiraba, lo que me aliviaba un poco, pero eso no me hacía sentir mejor. Amalia estaba muy malherida cuando llegó aquí, así que no sabía nada sobre que tan graves habían sido sus heridas. Posiblemente le tome días el recuperar la conciencia...
-No... no lograremos nada quedandonos aquí, Duesel. Me... mejor vámonos, ellos la tratarán bien. - Decía Bowgan, tratando de calmarme. Era un buen lobo, tratandonde consolarme, pero eso no iría a remover más la culpa que sentía. Una vez ahí, nos ofrecieron comida, alojamiento y ropa limpia. Eran buenas personas, como lo fueron mis padres. Durante la tarde, hablé con Bowgan, un montón. Él podía salir a Solde Ruetha a por información, pero yo me negué, no iba a volver a cometer el mismo error que cometí con Amalia. Bowgan aceptó quedarse conmigo hasta que el estado de Amalia mejorara y que yo sanara mis heridas. Eventualmente se hizo de noche. Nos instalaron en una habitación de cuatro camas, algo así como las que tienen las posadas. Me imagino que yo, Bowgan, el rubio y la soldado compartiríamos habitación.
No pude dormir, me senté en la cama, viendo hacía abajo. La culpa volvía a embargar mis sentimientos. Por poco pierdo a Amalia y quien sabe que hubiese pasado si ese tipo rubio no hubiese venido... Veía como Bowgan tenía uno de sus episodios, y despertó a lo pronto, viendome sentado en la cama, viendo al suelo. Logró habarme batante bajo para no despertar a nadie.
-Du... duesel, deberías estar durmiendo, es tarde. - Me dijo bastante preocupado, por supuesto, yo no contesté nada. -No... no has dormido en cuatro dias... - Y yo volví a guardar silenció. -Du... duesel... si Amalia te ve así de mal, le harás un mal mayor a ella cu... cuando despierte... - Éso me llegó casi de lleno. Bowgan tenía razón. Descuidando mi propia salud perjudicaría a los que me rodean, incluyendola a ella.
-Gracias Bowgan, trataré de dormir. - Dije calladamente y traté de dormir un poco, al menos unas horas.
Pasó un día, pasaron dos días... saludar al rubio y a la soldado al despertar, comer juntos, habar juntos se había vuelto una costumbre. Ayudaba a la soldado con su entrenamiento, hablaba sobre mi vida como guardia. Visitar a Amalia tres veces por día se volvía un ritual, cada día buscaba flores, rosas, claveles, girasoles y las dejaba en un florero al lado de su mesita de noche. No perdía la esperanza de que despertaría, nadie la perdía. Al tercer día ya mis heridas estaban sanando, mi hombro se sentía algo mejor, y el corte en mi pecho lentamente se convertía en una cicatriz. Esa noche fui a verla, como de costumbre cuando...
-¿Amalia? - Decia mientras me asomaba y vi a Amalia ya despierta. En ese instante toda la presión y el miedo que sentí todos estos días se desvaneció lentamente. -Gracias al cielo...
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Mensaje por Juez Gabranth Vie Nov 20, 2015 5:10 pm

Entré a la casa la cual era una posada, pero tenía otra utilidad para mí. Se llevaron a la teniente  arriba, George se preocuparía de ella desde ahora, su vida se encontraba en sus manos, confiaba plenamente en él y sus artilugios. La joven de cabellos violeta los siguió, pero la detuve a mitad de camino. Una mirada cómplice con uno de mis compañeros de habitación, hizo que montaran guardia a las afuera de la posada.

- Por favor, déjame ir con ellos, necesito estar con Amalia. – la muchacha me rogaba, pero no podía dejarlos subir sino hasta dentro de un rato.
- Deja que la atiendan tranquilos, ve a limpiarte al menos y una vez estés repuesta, te dejaré subir. – Posé mi mano en su hombro. Una de las chicas que se encontraba en el lugar se acercó a la chica y la llevó con ella para que se alistara.  
- Sígueme, por favor. – El veterano se encontraba intranquilo, quería cambiarse a su armadura.
- Mike, llévalo a una habitación arriba en donde pueda cambiarse, por favor. – Ambos subieron.

En la habitación solo quedamos el antrolobo, dos de mis camaradas y yo. Al cabo de unos minutos el veterano bajo, yo me encontraba sentado en una de las mesas con un vaso de agua. Llegó a mi lado y se sentó.

- Bien, responderé a todo brevemente –
Dijo. Escuché con atención todo lo que tenía que decirme. Primero habló de aquella guerra en donde los la oscuridad y los espers se enfrentaron, luego habló sobre la corrupción en el consejo y su objetivo, los cristales. Él había sido quien hace años atrás había impedido el robo y la cabeza de muchos en la milicia y la aristocracia de Solde Ruetha. - Listo, esa es toda la información que tengo. Si me buscan, es por la información que tengo, y gracias a que ella me encubrió, también la metí a este peligro. – Por ello trataron de matarla, por no revelar su paradero.
- Entonces tu cabeza debe tener un precio y ahora el de ellas dos también, creí que solamente una persona era capaz de atraer muerte, pero veo que me equivoqué. – Me levanté y me dirigí al bar del lugar, llevándole algo más fuerte. – Aquí no serás juzgado por tus actos. Este lugar es para gente como tú y de gente busca segundas oportunidades, entre todos nos protegemos y ustedes no serán la excepción. Por cierto, mi nombre es Noah. – Me presenté ante él. George y los chicos bajaron.
- Ahora depende de ella, señor. –
- Muchas gracias George. – La amiga de la soldado, quien había llegado a mitad de la historia que relataba el hombre de rojo, no dudo ni un minuto y subió al segundo piso. A los demás se les sirvió algo de comer, pero al parecer al hombre le importaba más la salud de la mal herida teniente. El antrolobo lo detuvo, pero fue inútil. Aproveché de ir a limpiarme y cambiarme la ropa ensangrentada.

Los días pasaban y la teniente aun no despertaba. El hombre y la otra chica pasaban los días entrenando y hablando, yo me limitaba a verlos y ocuparme de mis asuntos personales. En las tardes debía tomar el rol de Juez, así que desaparecía del lugar por unas horas y volvía al caer la noche. No debían enterarse de mi secreto. De vez en cuando subía a ver a mi invitada para ver como evolucionaba, pero siempre me topaba con Duesel y Sophía, si no se encontraba practicando, le hacía guardia, así que solamente de noche podía observarla, mientras todos dormían.

Hoy me había dirigido a la Academia y le pedí a uno de los de enfermería un brebaje para un herido, así que llegué ese día mas tarde de lo que habituaba hacerlo. Todos dormían y me dirigí a la habitación de Amalia, allí se encontraba Sophia durmiendo nuevamente en la silla, así que tomé una manta y la cubrí. Una vez con Amalia procedí a darle aquel brebaje, así que tomé su cabeza y se lo di de beber, solamente un poco como me habían indicado. La dejé allí descansando y me quedé observándola. La luz de la luna daba de lleno en su rostro, era una joven muy bella, me preguntaba que la había hecho convertirse en soldado. No sé cuánto tiempo me había quedado admirándola, con mi mano acaricié su rostro y moví su cabello del rostro y deslizando mis dedos por su barbilla me retiré. Camino a mi cuarto sentí ruidos de la habitación de invitados y algunos murmullos, entré a mi cuarto y me quedé detrás de la puerta observando. Duesel había salido y entró a la habitación de Amalia, sin hacer ruido me quedé en el pasillo.

- ¿Amalia?, gracias al cielo. –
Murmuró Duesel. Al parecer el brebaje había hecho efecto y la chica había despertado.
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Mensaje por Amalia Abagnale Vie Nov 20, 2015 8:40 pm

Miré hacia la puerta y vi quien era. No se había ido como creía, aun se encontraba aquí.

- Duesel. ¿Qué hace aquí? – Al verlo un millar de preguntas se venían a la cabeza. - ¿En dónde nos encontramos? ¿Cómo me hallaste? – traté de levantarme, pero mi herida en la espalda no me dejaba. – Lamento mucho lo que ocurrió, saliste lastimado por mi culpa. – La condición en la cual me encontraba me desesperaba, no poder moverme, me sentía débil e inútil. Ver a Duesel me hacía sentir mejor, todos estaban a salvo y me sentía aliviada de no estar sola en un lugar desconocido. - ¿Cuánto tiempo ha pasado desde... – Tragué saliva. – ese incidente?. –  Mis heridas parecían curadas, pero no sanadas, por lo que deduje que no mucho, pero debía saber cuánto era exactamente. Un grito nos sorprendió, Sophia había despertado.

- ¡Amalia! – Sophia se lanzó a mí pasándole a llevar la herida en mi pierna.
- Mi pierna. – Retrocedió y se disculpó.
- Estaba preocupada, no despertabas y el no saber cómo te encontrabas realmente era desesperante. –
- Creo que estoy bien, algo adolorida, pero bien. Muchas gracias por preocuparse de mí y lamento mucho haberte involucrado en esto Sophia. – Corrí la vista. – Si te hubiese pasado algo, no me lo hubiese perdonado.
- No te preocupes por mí, ahora debes concentrarte en recuperarte, todos te cuidaremos, hasta el señor Duesel. – Ella solamente me sonreía.
- Muchas gracias a todos y lamento el haberlos preocupado. – Por más que quisiera levantarme no podía. Sophia había tomado mi mano. Ella bostezó y se refregó los ojos, al parecer estaba cansada y la causante era yo. – Debo hacer una pregunta más, ¿Quién era aquella persona que los ayudó? ¿Es un conocido tuyo Duesel? –
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Mensaje por Duesel Hawkner Vie Nov 20, 2015 11:55 pm

Amalia me había visto sorprendida, como si hubiese visto un muerto. La sorpresa fué para mi ese día, ella estaba bien. Ella me bombardeaba con un sinfín de preguntas, y yo tenía la paciencia para responderlas todas...
-Duesel. ¿Qué hace aquí? ¿En dónde nos encontramos? ¿Cómo me hallaste? - Estaba bastante sorprendida, asi que debía contestar calmadamente para no alterarla.
-Calma. Aún estas herida. - Parecía tratar de leventarse. - Si estoy aquí es gracias al rubio. De no habernos dicho que estabas en peligro, no habríamos llegado a tiempo.
-Lamento mucho lo que ocurrió, saliste lastimado por mi culpa. - Solté una pequeña risa para tratar de calmarla.
-¿Ésto? No es nada. El deber de un caballero es proteger al prójimo, aún si le cuesta la vida. Mas bien, perdóname a mi por no haber estado ahí, de haber sabido todo antes nada de esto hubiese sucedido. - Si se sentía mal por mí, entonces va bien encaminada. Hizo una larga pausa, pausa que aproveché para dejar unas lavandas en el florero. Pero después vino la pregunta tajante que rompio con todo.
-¿Cuánto tiempo ha pasado desde... ese incidente? - No sabía como contestarle... pero debía hacerlo lo más calmadamente posible, para no alterarla... pero no sabía como iría a reaccionar. Iba a abrir la boca hasta que Sophia se lanzó sobre ella. "Salvado por la campana" Pensaba, pero no iba a eludir la pregunta por siempre. La soldado Kenway me contó lo preocupada que estaba por Amalia y como quería verla. No me sorprende que se haya despertado, me imagino que no podía dormir. Sophia estaba feliz, yo estaba feliz y mañana todos estarían felices de ver a la bella durmiente abrir los ojos. Sophia bostezó, refregandose los ojos con sus manos, se veía exausta, y no me sorprende, me convenció de entrenar hasta tarde hoy.
-Kenway, descanse un poco. Hoy fue un día largo y tiene que estar en condiciones para proteger a la soldado Abagnale mañana. Yo cuidaré de ella ésta noche. - No fui muy firme, debido a que mi preocupación estaba en Amalia, pero Sophia entendía a la perfección que mañana había que cuidar su mejoría, y que no podía hacerlo si estaba cansada, así que dejó la habitación. Una vez que se fue, estaba preparado para decirle cuanto tiempo habíamos estado, pero ella se me adelantó.
-Debo hacer una pregunta más, ¿Quién era aquella persona que los ayudó? ¿Es un conocido tuyo Duesel? - ¿No conocía a Noah? Él me alertó tan rápido que no tuve tiempo de preguntarle si él y Amalia se conocían.
-Pensé que Noah era un amigo tuyo. Pero debes agradecerle el seguir con vida. Si él no nos hubiese alertado, probablemente no hubiésemos llegado a tiempo. - Hice una pausa para analizar la situación... ¿Qué motivos le llevaría a Noah el ayudarnos? ¿Tendrá su propio motivo?. Sé que no debería pensar mal de las persona que intentó salvarnos, pero aún así, deja muchas dudas.
-Bien, trata de descansar. Aún no estás recuperada e imagino que no querrás estar postrada en esa cama por siempre. No te preocupes... yo te cuido hasta mañana. ¿Vale? - Tenía que estar pendiente de su salud, de que no se moviese para que sus heridas no se abriesen, y de que se alimentara bien el día de mañana. Me quedé ahí, sentado en la silla, vigilando su condición, hasta que al pasar las horas el sueño me ganó y me dormí.
Desperté temprano, el sol a duras penas salía, y decidí hacerle el desayuno a Amalia. Removí mi armadura y me puse algo más cómodo, mi camisa y mis pantalones de lino y bajé a la cocina. Puse unos huevos dentro de una olla y exprimi una naranja en un vaso. Una vez que los huevos estaban listos, removí la cáscara y los puse en una pieza de pan casero. Puse todo en una bandeja y subí al segundo piso, donde estaba Amalia. Abrí lentamente la puerta y dejé la bandeja en su mesita de noche. La toque en el hombro, diciendo:
-Despierta bella durmiente, te he traído el desayuno. - Mientras dejaba la bandeja a su lado.
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Mensaje por Juez Gabranth Sáb Nov 21, 2015 2:11 am

Sophia y Duesel estaban felices al ver visto que Amalia había despertado y se encontraba bien. Hablaban amenamente, respondiendo todas las respuestas que ella tenía. Entre todo lo que le decían, pude escuchar mi nombre. Sophia se encontraba muy cansada y decidió ir a dormir a su cuarto, fue allí que entre a mi pieza y la vi pasar. Realmente era absurdo el estar espiándolos, pero podría ver algo en su conversación que me ayudase a saber quiénes eran los responsables de esto, pero no hubo nada. Duesel decidió pasar la noche cuidándola y yo me fui a dormir.

Al día siguiente desperté temprano y vi a Duesel entrando a la habitación de Amalia con el desayuno, así que espere unos minutos y entré a la habitación. Toqué la puerta y entré.

- Buenos días Duesel, Amalia. –
La quedé observando. – Espero no interrumpir nada. Me alegra verte mejor. – Ella solo me miraba. – Es verdad, no me he presentado, mi nombre es Noah, un placer.

Me sentía algo incómodo, pues era la primera vez que hablaba con ella y no sabría cómo explicarle el hecho de que parecía loco buscándola, ni yo sabía el por qué.

- Lamento todo lo que te ocurrió y el no poder llegar antes. – Tomé una silla y me senté a su lado. – Todos esperamos que te recuperes pronto de tus heridas y debo agregar que puedes quedarte el tiempo que gustes en este lugar, creo que  con el pasar del tiempo te darás cuenta que estas en el lugar adecuado, también tu Duesel.  Espero poder conversar con ustedes sobre algunos asuntos, los cuales al parecer ustedes se han involucrado y creo que tienen derecho a saber. Entiendo que debe ser difícil confiar en alguien al cual no conocen, pero lo harán si se quedan aquí, con nosotros. Yo me ocupare de que tengan todas las atenciones y cosas que necesiten. – Me levanté de la silla. – Ahora si me disculpan, debo ir a la ciudad, volveré en un par de horas, están en su casa.

Me retiré de la habitación y me dirigí hacia mis camaradas. Les di la noticia de que la muchacha estaba consciente y que era hora de ser el Juez Gabranth.

- Espero cuiden de ellos y vigilen. Recuerden que ninguno puede salir de los suburbios. –
Uno de ellos trajo mi chocobo y me dirigí hacia la ciudad.
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Mensaje por Amalia Abagnale Sáb Nov 21, 2015 3:10 am

La voz de Duesel me despertó, le pedí ayuda para poder sentarme en la cama, al girar la vista pude ver la bandeja con el desayuno en ella.

“¿Aquel desayuno era para mí?”

Aquello me había dejado descolocada y comencé a sentir un pequeño calor en mis mejillas, no podía verme avergonzada, así que actué rápido.

- ¿Puede traerme aquel pocillo con agua para lavar mi rostro?, por favor. – Trataba de quitarle la vista de encima. Hace mucho tiempo que alguien no se preocupaba por mí de esa manera y esto me había tomado por sorpresa. Una vez lavado mi rostro y mis manos, desayuné, traté de evitar el contacto visual. – esto sabe bien, muchas gracias.

Hoy me sentía mucho mejor, aún estaba adolorida, pero mi ánimo me ayudaba. Me acabé el desayuno y dejé el jugo para el final, así que lo probé y lo tomé sin ninguna pausa, tenía mucha sed. En aquel momento entro una persona a la habitación, un hombre un poco mayor que yo, sus cabellos eran dorados.

“Él debe ser aquel hombre que nos trajo aquí y que alertó a los demás de la emboscada”

Todo su semblante era misterioso, quizás porque me había salvado la vida sin conocerme.

- Buenos días Duesel, Amalia. – No le quité la mirada de encima. – Espero no interrumpir nada. Me alegra verte mejor. Es verdad, no me he presentado, mi nombre es Noah, un placer. – Aunque pronunciara su nombre en mi mente, no me era familiar. ¿Por qué me salvo?, ¿Por qué arriesgar su vida por una completa desconocida? Se sentó a mi lado y comenzó a hablar, le alegraba el que estuviera bien y nos ofrecía su hospitalidad, deseaba que nos quedáramos aquí el tiempo que estimáramos conveniente, aquello era muy gentil de su parte, pero sin saber el porqué de su razón por ir a salvarme, me dejaría tranquila. Quería hablar con él, preguntarle por qué y también agradecerle, pero simplemente se marchó una vez al finalizar. Miré a Duesel  seriamente.

- ¿Podría en lo que él vuelva de Solde Ruetha decirle que me gustaría hablar con él?, hay muchas cosas de las que quiero hablar y lo más importante, agradecerle, pues me siento algo intranquila. – Agaché mi cabeza y entrelace mis dedos. – Duesel, sé que la manera en que nos conocimos no fue la más adecuada, mi comportamiento tampoco lo fue, obedecía las ordenes de quien mandó a matarme, pero realmente estoy agradecida de haberlo conocido y el haberlo encubierto, aun a costa de mi propia vida, valió la pena. Antes de que ustedes llegaran, me había entregado a la muerte, pero cuando aquel hombre desconocido me tomó y trató de sacarme de ahí, me devolvió las fuerzas para seguir con vida y cuando descubrí que era usted aquel hombre. había entendido porqué. Quiero ser como usted, una persona fiel a sus ideales y ambiciones, pero siempre obrando bien, tanto para mí misma como para los que me rodean. Algo dentro de mí murió ese día, pero lo que haya sido ha hecho de mi alguien nueva. Todo esto gracias al haberlo conocido señor Duesel, por favor, enséñeme, guíeme, ayúdeme a entender esta nueva yo, deseo de corazón entenderlo, porque sola perderé el camino, lo sé porque lo que me mueve ahora es la venganza hacia la persona que me hizo esto y no quiero convertirme en una persona así. – Mis manos estaban empuñadas aferrada a mis sabanas y mis ojos estaban llenas de lágrimas, no de tristeza, sino de rabia y me sentía avergonzada al haber dicho todas esas palabras.
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Mensaje por Duesel Hawkner Sáb Nov 21, 2015 6:37 am

Amalia comió tranquilamente lo que le dejé en la bandeja, como si esa comida fuese el mejor banquete que hubiese probado en su vida. Me sentí halagado, puesto que no suelo cocinar bien y... honestamente la comida del regimiento es mejor que lo que serví...
-Anda, vas a hacer que me sonroje... - Sonreí un poco, debía hacerla sentir bien en el estado en el que estaba. -Todo lo que he hecho como cocinero ha sido rellenar una pieza de pan con embutidos... Pero me alegra que te gustara. - Mientras ella terminaba de comer y yo limpiaba un poco, entró Noah. Su mirada parecía ser más cálida que cuando nos vimos por primera vez. Nos dio asilo y alojamiento cuando lo necesitemos, y que cuando las cosas se pusieran difíciles, que usara este lugar como base de operaciones.
-Gracias, lo pensaré. Aprecio todo lo que has hecho por nosotros. - Y sin más, se retiró. Terminé de limpiar la habitación, saqué las flores que ya estaban algo marchitas y llevé la bandeja de vuelta a la cocina. Una vez terminado eso, volví a su habitación.
-¿Se te ofrece otra cosa? - Dije, sentandome frente a ella.
-¿Podría en lo que él vuelva de Solde Ruetha decirle que me gustaría hablar con él?, hay muchas cosas de las que quiero hablar y lo más importante, agradecerle, pues me siento algo intranquila.
-A decir verdad, yo también quisiera hablar con el, para en parte, saber como están las cosas en la ciudad. Me interesa saber el rumbo que tomaron nuestras acciones, y por supuesto, volver a agradecerle. - Y en un instante, Amalia me dijo todo lo que, creo que le rondaba por la cabeza, prestaba atención a todo, con cara de sorpresa, pero lo que más me sorprendió fue cuando dijo que quería ser como yo... estaba plagado en ese momento de sentimientos de todo tipo, pero una remembranza del pasado vino a mi mente, y en ese momento pensaba en mí, de niño...


Me encontraba ese día al frente de ese caballero, en la lluvia torrencial, cuando el había detenido a un ladrón que robó la mercancía de mi padre. Yo estaba empapado, pero me puse en frente de el, aunque alguien de doce años no podía hacerle frente a ese caballero, el se detuvo al frente mio, mas no dijo ninguna palabra.
-¡Señor! - Grité -¡Por favor, quiero ser un caballero! Se que no soy la gran cosa, pero... ¡Yo quiero defender Solde Ruetha con todo mi corazón, por favor deme una oportunidad! - No podía aguantarlo más, debía decirlo o iría a explotar... Pero lejos de solo irse, o decir un "No estorbes enano", se quitó su casco y me dió una sonrisa. Me entregó una bolsa bastante pesada y un tipo de medalla. Al hacerlo, me dijo:
-No muchas personas tienen la valentía de ser un caballero. Tu tarea siempre es ir en la primera linea y muchas veces terminas siendo la carnada o el sacrificio noble. Te entrenaré personalmente si me haces una promesa. - El caballero se volteó y se arrodilló, compartiendo una sonrisa cálida. -Si llego a morir, quiero que entierres ésta medalla en mi tumba. ¿Entendido? - Yo estaba sorprendido por la petición, pero...
-¡Si, señor! - Dije haciendo un saludo militar.
-Bien, descansa soldado. Cuando tengas edad para usar esa armadura, ven a verme. - Y el caballero se fué sin más, yo como pude, me llevé esa armadura a mi casa y se lo conté a mis padres.

Las palabras de Amalia, me produjeron un cierto aíre de nostalgia. Habían pasado muchos años después de hacer esa promesa y la cumplí. Ese día, hace más de treinta años, vi ese nombre y la medalla decía: "Jefe de la brigada de caballería de Solde Ruetha". Amalia lloraba como si se hubiese sacado un enorme peso de encima. Me incliné, y tocando su cara, sequé sus lágrimas con mi pulgar. Entonces saqué algo de mis bolsillos, y con una sonrisa calida contesté:
-El camino será duro, pero aceptaré, tan solo si me prometes algo. - Puse en su mano una medalla que tenía guardada en la funda de mi espada. -Cuando muera, quiero que entierres ésto en mi tumba. Solo así, prometo enseñarte todo lo que he aprendido en mis años como caballero. - Debió tomarle mucho valor decir todo esto, podía haber rechazado, pero ella me encubrió, y por culpa de eso casi muere. Ademas, esta pobre mujer ha sufrido bastante, lo mejor que puedo hacer es velar por ella, y guiarla por el buen camino, tal como lo hizo Hector conmigo cuando era pequeño. Tome mi espada, aún en la funda y la tomé del área del filo, con el mango hacía arriba, y se lo acerqué a ella.
-¿Aceptas el juramenro? - Si toma el mango, significa que si acepta el trato. Si lo hace, juro por todo mi ser que la cuidaré, entrenaré y protegeré, aun me cueste la vida intentarlo.
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Mensaje por Juez Gabranth Sáb Nov 21, 2015 7:42 pm

La reunión estaba por empezar, allí se encontraban en la sala de reuniones de la academia capitanes de escuadrones de toda Cetus, esperándome. Una vez empezada, Edwards comenzó a exponer el caso.

- Duesel, un buscado criminal que en tiempos antaño prestaba servicios a nuestra república. Sabemos que se retiró hace un tiempo por asuntos personales, pero se le ha vinculado en varios casos, como el asesinato de su propia esposa, por lo cual ha sido buscado. Según los informes de las personas que detuvo hace un tiempo atrás por corrupción, todos coinciden con que él era el cabecilla de esta red de corrupción, engañando o a todos, es ahí el porqué de su repentina solicitud de retiro y posterior desaparición. Hace unos días envié en cubierto a uno de mis mejores hombres, Amalia Abagnale para dar con su paradero, pero él y sus hombres la descubrieron y logró huir del lugar. Una vez en la ciudad salió con 6 de mis mejores hombres a investigar el robo de caravanas que nos proveían de armamento mágico desde Mysidia, eso implica que alguien entre nuestras filas era un informante para él. Los 6 soldados fueron hallados muertos y la teniente Abagnale desapareció. Nuestra primera teoría fue que había sido secuestrada por él, pero luego de enterarnos que la soldado Kenway, protegida de Abagnale, había desaparecido nos dimos cuenta de ambas eran las espías de Duesel Hawkner y que han conspirado en contra de la república. Ambas soldados destacadas unidas con un bandido asesino y corrupto. Todo indica que algo grande traman y es nuestro deber buscarlos por toda la república para desbaratar aquella banda. Sabemos que la gente que está con ellos viste armaduras negras con capas rojas, por ello es prioridad buscarlos y dar con su paradero por el bien de la república. –

Edwards había terminado de exponer y todos hablaban sobre el asunto, yo solo me quedé sentado. Pedían doble guardia en la ciudad y sus 4 salidas. Mandar tropas a Mysidia y en el puerto de Balfonheim, mandando a éste último un escuadrón completo, puesto que donde lo vieron por última vez.

- Juez Gabranth. –
Dijo Edwards, lo miré. – Por favor, coloqué a la cabeza de esta búsqueda. – Sus argumentos habían convencido a todos y si yo no hubiese sido la persona que había escuchado su conversación con aquel hombre misterioso, le hubiese creído también. De todos en aquella sala, yo era el único que sabía la verdad, pero aun como Juez, no podía condenarlo, pues necesitaba pruebas y descubrir quien era aquel otro hombre.
– Creo que es lo más justo, puesto que dio con esto, se agradece su trabajo, Capitán Edwards. – Me levanté de mi asiento. – Por ahora, Capitán Edwards deberá encargarse de la vigilancia en Solde Ruetha, el capitán Rosler en su respectivo cuartel en Mysidia y el capitán Peterson en su cuartel en Balfonheim. Recuerden que cualquier noticia sobre los prófugos, debe informárseme y ninguno puede actuar sin una orden directa de mí. Confío en ustedes señores.

Me retiré a mi despacho en la academia, allí comencé a guardar toda la información que Edwards había expuesto en la reunión, lugares en donde podrían esconderse Duesel y los demás, las cosas que habían sido robadas, información sobre los hombres de armaduras oscuras, todo estaba en aquel reporte. Lo guardé entre mis cosas para llevármelo a los suburbios.
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Mensaje por Amalia Abagnale Sáb Nov 21, 2015 8:18 pm

Duesel se me acercó y limpió mis lágrimas, aquel momento me sentía completamente vulnerable y necesitaba aquel abrazo que desde hace mucho no sentía, aquel abrazo que me hacía sentir que todo estaría bien, realmente lo necesitaba, de haber podido abrazar al hombre delante mí, lo hubiese hecho, pero esa parte de mí ya no existía hace mucho. Cuando levanté la mirada él me sonreía, era una sonrisa realmente cálida y podía sentirla.

-El camino será duro, pero aceptaré, tan solo si me prometes algo. Cuando muera, quiero que entierres esto en mi tumba. Solo así, prometo enseñarte todo lo que he aprendido en mis años como caballero. – Me enseño una medalla  y este tomó su espada, tomándola desde su funda por debajo de su mango la acercó hacia mí. - ¿Aceptas el juramento? – Tomé la empuñadura de la espada y mirándolo a los ojos dije “sí”

El haberme aceptado me hacía feliz, ahora contaba con él para que me enseñase. Más decidida que nunca, quería volver a levantarme y comenzar mi entrenamiento pronto.

- ¿Le importaría pasar el día de hoy conmigo? Deseo poder levantarme y ver el lugar en donde estamos, estar en cama no es lo mío. Me gustaría ver a Bowgan para agradecerle la ayuda, si es que también se encuentra aquí en este lugar. – Desde ahora Duesel no era solo un conocido en mi vida, era una persona que se había convertido en mucho más que eso, quería conocerlo más más a fondo. La confianza que le tenía era inexplicable, pero aquel día en Balfonheim algo de él me había atrapado. El destino había hecho una jugada, por muy cruel que fuera y nos había unido, ahora lucharíamos juntos y no podía defraudarlo.
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Mensaje por Duesel Hawkner Sáb Nov 21, 2015 11:30 pm

Mi sentido del deber y mi honor ahora me obligaban a proteger a Amalia, y la verdad, no me molestaba. Tenía bastante experiencia entrenando cadetes, pero muy poca entrenando mujeres. Tan solo no debería ser tan brusco con ella, así como no lo fui con la soldado Kenway. Amalia me pidió pasar el tiempo con ella, además de poder levantarse y agradecerle a Bowgan la ayuda prestada.
-Parece que no eres la única que no le gusta estar quieta. - Me reí un poco. Estar todo el tiempo en una cama me estresa, me pone de mal humor, pero no sabía si estaba en condiciones de levantarse... no quería que se abriesen sus heridas, y menos que su tiempo de recuperación se prolongue más de los debido.
-Solo si prometes no moverte más de lo debido. Aún no sanan tus heridas y no quiero que se abran. - Añadí: -Bowgan salió ayer en la tarde, dijo que tenía que reunirse con uno de sus contactos. Conociendole, regresará antes del mediodía. Ahora te ayudaré a levantarte. - Tuve mucho cuidado de no desordenar su cama y ayudarle a levantarse. La tomé delicadamente de la cintura con mi mano izquierda para que no tropezase al caer y la saqué de la habitación. Nos encontramos con Sophia de camino abajo y le pedí que me ayudara a bajar las escaleras para que Amalia o yo no nos tropecemos al bajar. Los dueños se preocuparon y me reprocharon por haberla sacado, pero como yo estaba a cargo de ella ahora, me disculpé por los dos. Nos sirvieron desayuno y le dijieron a Amalia que comiese también por los días que había estado inconsciente. Sabía que no podía evadir la pregunta por siempre... le dije que había estado inconsciente por casi cuatro dias, la verdad es que me sentía avergonzado de mi mismo, si hubiese llegado antes, posiblemente me hubiese topado con ella, la hubiese salvado... pero supongo que el destino nos quiso unir de ésta manera.
Sophia me pidió que contase más historias, y yo no me negué. Hubo muchas cosas que les conté a ambas, historias sobre la medusa, las musas ladronas del lago, los ladrones del templo de Leviathan... la verdad no me cansaba de contarlas. Fueron en los días en los que sentía orgullo servir a Solde Ruetha y a todos sus habitantes. Si el acto de corrupción no hubiese surgido nunca, posiblemente seguiría siendo el jefe de la caballería, y eventualmente hubiese conocido a Amalia y a Sophia.
-¿Donde estara? - Me estaba poniendo algo tenso. Ya era mediodía y Bowgan aún no aparecía. Abrí la puerta para ver si llegaba, y para mi sorpresa, me encontré con algo que posiblemente podía esperarme. Bowgan estaba recostado en posicion enroscada, como un perrito, durmiendo en la alfombra de la entrada... Me dió risa, así que lo entré y les dije a las chicas:
-Tienen que ver esto... - Y procedí a rascar su estómago con las dos manos. Casi como reacción, Bowgan comenzó a patalear y patalear hasta que despertó casi de golpe.
-¿Eh? ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?... ¡Duesel, deja de hacer eso! - La cara del lupino se puso roja como un tomate, mientras yo estallaba en risa. Hace tiempo que Bowgan no hace eso, y solo lo hace cuando no duerme. Se volteó a ver a las chicas y se dió cuenta de que Amalia estaba despierta.
-¡Amalia! Co... como me alegro que estés bien. Estabamos m... muy preocupados. - Me sentía bastante bien en ese momento, debido a que Amalia ya se sentía mejor. Solo quedaba esperar a que Noah volviese de Solde Ruetha y nos diera buenas noticias.
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Mensaje por Juez Gabranth Dom Nov 22, 2015 9:28 pm

Sin que nadie me viese, me quité mi armadura y salí al establo de chocobos, allí monté mi maleta al ave y emprendí camino hacia los suburbios. El problema se había tornado grave, si bien buscaban a Duesel por información, ahora lo hacían el culpable de todo. ¿Aquellos que apoyaban a Edwards estarían coludidos con él en todo esto?, de ser así, el cuerpo militar estaba corrompido y podrido casi completamente. Debía tomar cartas en el asunto, para ello debía hablar con los demás jueces, aunque ¿Quién me aseguraba que alguno de ellos no estuviera también coludido en esto?, era un asunto sumamente delicado. Ahora mi prioridad era mantener a salvo a aquellos que habían culpado injustamente.

De camino a los suburbios pasé por el mercado para ver algo de ropa para Amalia, así podría estar más cómoda ahora que ya estaba despierta. Ya estaba entrada la tarde, di unas vueltas más por los suburbios y llegue al hospedaje. Saqué mi maleta y entré. Todos se encontraban abajo, incluyendo a  Amalia, sentada en una de las mesas y compartiendo con sus amigos.

- Veo que ya te levantaste. Debes de ser de las personas que detesta estar en cama. – Dejé la maleta en una de las mesas cercanas y solo me quedé con la caja en donde se encontraba el regalo de Amalia. – Buenas tardes tengan todos. – Con un gesto hice que todos mis camaradas salieran de la habitación dejándome solo con mis invitados. – Antes de empezar, Amalia, esto es para ti. – le entregué la caja. Me volteé y tomé mi maleta, abriéndola y dejando los papeles sobre la mesa de mis invitados. – Según mi informante, hace unos días el capitán Edwards acusó a Duesel de haber raptado a Amalia al enterarse de su paradero, pero sus hombres capturaron a un soldado de armadura negra, quien confesó ser uno de los secuaces de Duesel y que tanto Amalia como Sophia eran sus cómplices. SI bien en un principio se creyó que Duesel había acabado con esos 6 soldados, que bien sabemos vestían la armadura negra al enfrentarnos con ellos y al ser encontrados llevaban puesta la armadura de la guardia, ahora sabían que ustedes muchachas, habían contribuido en los asesinatos. Hoy son buscados por toda la república por vandalismo y conspiración contra esta misma. Duesel, tu cabeza tiene precio, ahora eres buscado pues la red de corrupción que hace años desvaraste ha tenido un giro en tu contra, pues aseguran que fue un montaje tuyo y aquellos que capturaste no eran más que personas que sabían tu secreto e inculpaste para salvarte y después de ello huir para ocultarte y no pagar tus delitos. – Le mostré el papel en donde salían todos sus cargos. – Conspiración contra la paz en la república, asesinato, corrupción. – hice un alto. – también estas acusado de haber asesinado a tu esposa. – Entregué sus papeles de antecedentes a los demás. – A los demás se les acusa de conspiración y asesinato, pero a quien realmente es a Duesel. ¿Venganza quizás? O ¿Aún hay algo que no nos ha contado? Los argumentos dados por Edwards son muy convincentes, de no haber estado con ustedes aquel día, también le hubiese creído, por ahora solo queda ocultarse aquí, pues en ningún otro lugar están a salvo, hay un escuadrón especial buscándolos y las demás ciudades ya están alerta. Ahora están de camino a la mansión Abagnale y la residencia Kenway, por si ustedes están escondidas allí. – Las miré a ambas. – Sus padres y conocidos serán interrogados después de ello en el cuartel, así que partiré en unas horas más hacia la ciudad nuevamente a ver a mi informante. Lo siento mucho, lamento que sus vidas hayan sido dañadas de esta manera, por favor confíen en mí, conmigo estarán a salvo. – Ahora solo podíamos esperar y ver que poder hacer en un futuro y como limpiar sus nombres. Debía darles algo a que aferrarse, pues no podrían esperar para siempre, quizás podrían ser parte d nuestra causa si se los pedía.
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Mensaje por Amalia Abagnale Dom Nov 22, 2015 10:02 pm

Duesel accedió para ayudarme salir de esta cama, Sophia entró a mi habitación y me ayudó a vestirme, luego de ello, bajamos. EL lugar era una especie de hospedaje, tenía muchas habitaciones y el primer piso era algo así como una cantina, poseía un bar a uno de sus costados y muchas mesas en medio. Había algo de gente y se nos acercaron, le reprochaban a Duesel el haberme sacado de la cama, pero se las arregló para que dejaran de insistir que debía volver a mi habitación. Una vez sentada con Duesel y Sophia, nos sirvieron desayuno y aun cuando ya había comido, no rechacé nada, pues tenía mucha hambre. Mientras comíamos me enteré de que había estado inconsciente 4 días, mis heridas eran graves, hasta pensé que eran pocos días para recuperarme, debía tener cuidado para que estas no se abrieran. Mis acompañantes hablaban muy fluido durante en el desayuno, a pedido de mi compañera, Duesel comenzó a narrar sus vivencias, las cuales de por si eran muy entretenidas. Duesel dio con Bowgan en la entrada, dormido, comenzó a acariciarle la panza y este hacia unos movimientos muy cómicos, reímos como si fuéramos viejos amigos, reíamos como si nada hubiese ocurrido, reía como no lo había hecho hace mucho.

Todos estábamos en la mesa, conversando amenamente, le había agradecido a Bowgan por haberme ayudo, en ese momento Noah hizo aparición, en sus manos traía una caja y una maleta, la cual dejó en una de las mesas.

- Veo que ya te levantaste. Debes de ser de las personas que detesta estar en cama. Buenas tardes tengan todos. – Se nos acercó con la caja en mano y me la entregó. – Antes de empezar, Amalia, esto es para ti. – Al abrirlo vi un hermoso vestido blanco.
- Pero que lindo vestido Amalia. – Dijo Sophia mientras lo estirábamos. – Debes colocártelo. – Sin más, Sophia me llevó a uno de los cuartos y me ayudo a ponerme el vestido. – Te ves hermosa.
- Estas cosas no van conmigo. – Dije algo apenada.
- Como no. Este vestido también me lo regalo Noah hace unos días, pero el tuyo es mucho más hermoso. – Salimos y nos sentamos nuevamente.
- Muchas gracias por el regalo, Noah. – Dije algo ruborizada. Éste abrió su maleta y sacó unos papeles y comenzó a hablar.

Las cosas que decía era para no cree, éramos acusados y tachados como enemigos de la república. Junto con Sophia nos habíamos vuelto secuaces de Duesel junto a los hombres de armaduras oscuras. Realmente no podía creerlo. Todo el peso se lo llevaba Hawkner, quien había sido culpado de red de corrupción que el mismo desbarató hace tiempo atrás.

- También estas acusado de haber asesinado a tu esposa. – Aquello había sido lo peor de todo, acusar a Duesel de la muerte de su esposa era algo imperdonable.
- ¡Eso es ridículo! – dije mientras me colocaba de pie como podía. – Además ni siquiera se sabe si está muerta o no. – El dolor hizo que me volviese a sentar. Todo esto era una pesadilla.

Noah nos pedía quedarnos aquí, escondidos, pero no podía quedarme sentada de brazos cruzados sin hacer nada. Nuestras familias serian interrogadas, al menos mi familia no me preocupada, pero si mis hermanos. La familia de Sophia, que se encontraba saliendo adelante volvería a caer por algo sí, me sentía impotente, pues en mi condición no podía hacer nada. Noah nos pedía que confiáramos en él, me encontraba muy enojada y frustrada, por lo que me descargué con él.

- ¡¿Cómo quieres que confiemos en ti?! No sé quién eres, no sé cómo supiste de mí, de nosotros. ¡Maldición!, - Me levanté de golpe y vi como aquel vestido blando comenzaba a tornarse rojo, todo me dio vueltas y sentía como caía a un abismo.
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Mensaje por Duesel Hawkner Lun Nov 23, 2015 2:24 am

Una vez Bowgan dejó de ser el bufón, se sentó en la mesa. Amalia le agradeció por la ayuda, lo cual, hizo que se sonrojara aún mas de lo que estaba.
-No... no fue na... nada Amalia, yo solo hice lo que era co... correcto. - Dijo mirando la mesa. Las chicas no paraban de reirse y el se ponía mas y mas colorado. La atmósfera se volvía cada vez más tolerable, comparado a los últimos días. "Debe ser por que ella está bien..."
-Bowgan, siempre eres tan gracioso. No se como lo haces. Se puede decir que tienes tanto dotes de espía como de comediante. - Decía Sophia. Bowgan y Sophia han estado juntos todos estos días y Bowgan ha estado muy ocupado tratando de hacerla sentirse mejor, después de todo, ella estaba muerta de preocupación por Amalia, así que Bowgan había sido un salvavidas para ella.
-Ha... hablando de cosas de espía. - Bowgan respiró hondo. -Fui a Mysidia y hablé con tu cuñado Duesel, de hecho... - Bowgan no pudo terminar de decir la frase, debido a que la puerta se abrió. Era Noah. Llegó con un tipo de maleta y una caja, la cual le regaló a Amalia y dejó la maleta en la mesa. "¿Será algún tipo de vestido como el que le regalo a Sophia?" Y no estaba tan alejado de la realidad. Sophia se llevó con cuidado a Amalia y volvió con un hermoso vestido blanco.
-Te queda bien. - Las buenas palabras fomentan la recuperación más temprana, y yo quería ver mejor a Amalia. No soportaba tener que verla pedir ayuda para moverse o vestirse.
Noah nos contó todo, absolutamente todo de lo que pasaba en el mundo de los caballeros de Solde Ruetha. No podía creer que la corrupción había llegado a ese punto. Estaba sorprendido por todo lo que estaba pasando y pensando en los jóvenes caballeros que se están enlistando, ira por querer inculparme de la muerte de mi esposa, sabiendo que esta viva, y arrepentimiento por llevar a Amalia y a Sophia a este camino. Aunque trataba de mostrarme firme, tomé el tenedor con furia y lo doblé con mi pulgar, al menos eso me iría a calmar un poco.
-¡Eso es ridículo! - Amalia se puso de pie de golpe. - Además ni siquiera se sabe si está muerta o no. - "Amalia..." Luego se sentó por el dolor.
-Amalia, ten más cuidado, aun tus heridas no sanan... - Trataba de advertirle, por un instante, esas palabras me hicieron volver a la realidad en la que estaba ahora, la cual era Amalia. Noah nos pidió que nos quedasemos acá, ya que en ningún otro lugar estaríamos a salvo, pero yo sabía que eso no era cierto. Habían aprovechado la gota que derramo el vaso para desmoronar mi prestigio, y, gracias a que me encubrieron y salvaron, tambien a ellas. Por suerte no se mencionó a Bowgan, por mera suerte. A mi me parecía bien usar los suburbios como escondite, al menos hasta que se calmen las cosas. Pero a otra persona no le pareció nada bien...
-¡¿Cómo quieres que confiemos en ti?! No sé quién eres, no sé cómo supiste de mí, de nosotros. ¡Maldición! - Amalia estaba en desacuerdo y se levanto de golpe.
-¡Amalia, ya basta! - Mi grito no fue de ira, sino de preocupación al ver que su vestido blanco se llenaba de rojo. - ¡Diablos! - Gritaba mientras sostenía a Amalia, que parecía haber tenido un desmayo por la apertura de una de sus heridas -¡Bowgan, trae al doctor ahora! - Dije mientras subí las escaleras corriendo con Amalia en mis brazos. Una vez adentro la recosté en la cama. Logre sacar de mi botiquín de Primeros Auxilios una venda, solo quedaba esperar a que Bowgan llegase con el doctor.
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Mensaje por Juez Gabranth Lun Nov 23, 2015 10:10 pm

La desesperación se había apoderado de Amalia, quien comenzó a gritar, era algo de esperarse, estaba desorientada y no sabía qué hacer. Todos habían tomado esta noticia de manera distinta, su reacción fue la manera de ella. Su herida se había abierto, lo que causó que una de sus heridas se abriera y comenzara a perder sangre. Duesel la tomó y la llevó rápidamente a su habitación, Bowgan había ido en busca del doctor. Todos subimos con Duesel, la verdad solo había sido la abertura de la herida en su muslo, nada que no se pudiera intervenir. Nuevamente Duesel estaba allí para ella. Los minutos pasaban y Bowgan no llegaba con el doctor.

- Tengo algo que George me dejó la vez anterior, debería servir. – la verdad no se veía tan grave, no había perdido mucha sangre, el vestido teñido de rojo lo hacía ver peor de lo que era. – No está tan mal, quizás se desmayó por sobre exigirse. –
- Así es. – dijo la voz de George, este entraba en la habitación. – La idea es que mi paciente descanse, no se sobre exija, cosa que nadie respeto. –
- Ella quería salir de la habitación no quería estar en más en cama. – agregó Sophia.
- Aquí no importa lo que ella quiera hacer, sino lo que pueda hacer y evidentemente no puede exigirse de esa manera. – Comenzó a examinar la herida y aplicó un ungüento el cual tapo con nuevas vendas. – Si realmente quieren que su amiga se recupere, déjenla descansar. No dejen que se levante y cambien sus vendas al menos 2 veces al día, aquí dejo más de este ungüento para que le apliquen. Déjenla descansar, como dije, no es nada grave, ya despertará. – George cerró su maletín.
- Gracias de nuevo. – Le dije estrechándole la mano.
- No te metas en problemas. – dijo y bajó las escaleras.

El ambiente en aquella habitación era tenso, después de nuestra reunión, todo había cambiado. Debíamos tener más cuidado con nuestros pasos, tratar de no salir de la posada para que no fueran expuestos a la vista de gente que pudiera estar vigilando los suburbios, aun así, recibiría noticias si aquello pasaba.

- Creo que lo mejor será dejar descansar a Amalia, realmente fue muy imprudente lo de hoy, en mis planes no estaba contemplado decirle nada a Amalia hasta que se recuperase. Si realmente quieren que ella esté bien, obedezcan lo que dijo George. Bajemos. -

Salí de la habitación y me paré afuera del cuarto para ver que todo el mundo bajara.
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Mensaje por Amalia Abagnale Lun Nov 23, 2015 11:00 pm

Al volver en mí, nuevamente me encontraba en aquella habitación a la cual aún no me acostumbraba, mi pierna me dolía, las vendas eran nuevas, así que debieron haberme hecho aquel tratamiento otra vez. EL vestido estaba arruinado. Recordé todo lo que había pasado antes de desmayarme, en especial las palabras que expulse contra Noah, realmente me había dejado llevar por mis emociones y colapsé. Miré hacia la ventana y aún era de día, pero ¿Cuánto tiempo habré dormido esta vez? Pude sentir pasos, alguien se acercaba, al ver que la puerta se abría vi a Sophia que traía una jarra de agua.

- Ya despertaste, me alegro. –
Sonrió cálidamente como siempre.
- ¿Cuánto tiempo dormí esta vez? – Pregunté desorientada y mirando por la ventana.
- Solo un par de horas. El doctor dijo que no podías levantarte de la cama, por tu propio bien. –
- Sandeces, ya estoy mejor. – Traté de levantarme, pero Sophia me lo impidió.
- Es por tu propio bien o ¿es que acaso quieres seguir desmayándote cada una hora que estés de pie? – Me subió el vestido y comenzó a cambiar mis vendas. – Lo digo en serio, todo este asunto es muy complico para que tú lo hagas más aún. – Las palabras de Sophia me impresionaban, pero tenía razón, no ganaba nada haciendo esto.
- Muy bien, solo porque tú lo dices y porque tengo miedo a que me amarres a la cama. –
- Por favor, no me des idea, ¿quieres? – Ambas sonreímos, pero luego de ello, volvimos a nuestra realidad.
- ¿Cómo se encuentra Duesel? –
- Todo él dice que está tranquilo, pero su mirada lo delata, aun no sé por qué no ha salido corriendo a cortar cabezas. –
- Él ha sido el más perjudicado en esto, mis heridas no son nada comparadas a las de él. – Sophia se sorprendió
- ¿Está herido? –
- No son de las heridas que pueden verse, Sophia. Son de esas heridas que nunca sanan. – No quería seguir hablando de ello, así que cambié el tema. - ¿puedes traerme algo de beber, por favor?
- Claro. – Tomó todo y bajó por mi agua.

Culparlo de la muerte de su esposa había sido un golpe bajo y cruel, trataban de hacer que saliera en busca de ellos y así atraparlo, solo esperaba que no lo hiciera, que no cayera en la trampa. Sophia llegó con el vaso de agua y una vez ingerido respiré hondo.

- ¿Noah se encuentra aquí? –
- Sí, en su habitación. –
- ¿Podrás decirle que necesito hablar con él?
- Claro. – Era evidente por qué quería hablar, debía pedirle disculpas y saber cómo me halló.
Amalia Abagnale
Amalia Abagnale

Nivel : 18
Raza : Hume

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Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO] Empty Re: Eludiendo la Muerte. [Duesel y Gabranth][CERRADO]

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